Sin destino. Lajos Koltai. Comentario.
Ficha técnica:
Título original: Sorstalanság.
País: Hungría.
Año:2005.
Duración: 136 minutos.
Dirección: Lajos Koltai.
Guión: Imre Kertész, basado en su propia novela. Dirección de Fotografía: Pados Gyula H.S.C.
Música: Ennio Morricone.
Montaje: Sellö Hajnal H.S.E.
Grabación de sonido: Simon Kaye AMPS, CAS.
Dirección artística: Zsuszanna Borvendeg, Natalja Meier.
Decorador del set: Miklós Molnár.
Diseñador de vestuario: Szakács Györgyi.
Responsable de maquillaje: Balázs Novák.
Responsable de peluquería: Gabriella Németh.
Productor: Andras Hamori, Barbalics Péter. UK: Ildiko Kemeny; Alemania: Jonathan Olsberg.
Productores ejecutivos: Vincze László, Bernd Hellthaler, Robert Buckler.
Diseño de Producción: Tibor Lázár.
Compañías productoras: Készült para Magyar Mozgókép ozalapitvány, Eurimages, Magyar Televizió Rt., Mitteldeutscher Rundfunk, Magyar Mozgókép Kft., Magic Media Rt., EuroArts Medien GmbH, Renegade Films Ltd. Koprodukviójában. Andras Hamori produkciójában.
Intérpretes:
Marcell Nagy : Köves Gyuri,
Béla Dóra : Dohányos,
Bálint Péntek : Selyemfiú,
Áron Dimény : Citrom Bandi,
Péter Fancsikai : kis Kollmann,
Zsolt Dér : Rozi, András
M. Kecskés : Finn,
Dani Szabó : Moskovics,
Tibor Mertz : Fodor,
Péter Vida : Lénárt,
Endre Harkányi : öreg Kollmann
Márton Brezina : nagy Kollmann,
Zoltán Bukovszki: Zoli,
Gábor Nyiri : Hunyó
Sinopsis:
Gyuri Köves, un judío de 14 años es llevado a un campo concentración durante la 2ª Guerra Mundial. Durante el Holocausto Gyuri vivirá el terror y la inhumanidad extrema. A pesar de su juventud se convertirá en un hombre y afrontará la pérdida de su familia y sus amigos. Una vez terminada la guerra, Köves deberá enfrentarse a la soledad y la cotidianidad.
UNA HISTORIA REAL
Una calle, una mujer, una biblioteca, las lánguidas tardes de invierno antes de que se enciendan las farolas son una meta, cosas que ya no puedo imaginar
Lajos Koltai construye el más bello y merecido homenaje a las víctimas del holocausto, hombres y mujeres de todas las edades que murieron asesinados lentamente, tras serles arrebatada toda dignidad por otros hombres con la connivencia de muchos más que miraron hacia otra parte y que, a pesar de ser culpables de semejante crimen contra la humanidad, han podido seguir viviendo, arrastrando sus tristes vidas, resistiendo, no al hambre, el frío, los castigos corporales y las humillaciones, sino la conciencia de la que se supone portador a cualquiera que se considere digno de la condición de animal racional.
Durante 136 minutos Lajos Koltai nos hace ver a través de su cámara privilegiada cómo era un campo de trabajo, concentración o exterminio, apellidos que connotaban escasas diferencias, factorías de la muerte en función de su tamaño. Pozos insalubres de suciedad, 'calles' enfangadas, carencia de agua, nostalgia de la familia, del pasado. Pero todo no acaba con el fin de la guerra y la desaparición en las sombras de los hombres arrogantes que se lanzaron contra cualquiera, ya fuera judío o no, arrastrados por el populismo más feroz. Las cámaras de Koltai recogen el testigo de la vuelta al hogar, y allí no sólo las casas habían sido destruidas,- la calle Nefelejcs (N.Utca) con la que algunos soñaban -, sino que también habían desaparecido sus ocupantes, familiares y amigos, y el odio de unos y otros se había incrementado. Un dolor que se añadía al hecho de que muchos nazis, no sólo alemanes sino oriundos de los países ocupados se habían quedado con las propiedades de los proscritos, un situación de hecho que temían más los desvalijadores que a sus propios monstruos.
Un relato inolvidable al que contribuyó Ennio Morricone con su música y Daniel Craig con un papel secundario. Y un recordatorio de Lajos Koltai de que quien ha muerto una vez no puede volver a morir porque no está vivo, una triste realidad que se suma al reproche de algunos judíos de haber aceptado su destino sin rebelarse, y una reconvención de las víctimas dirigida a sus conciudadanos y familiares que habían sobrevivido a la guerra, la de no saber ponerse en el lugar de quien pagó por todos ellos por un capricho del azar, por tomar un tren en lugar de otro, o un autobús determinado. En los campos hubo mucho sufrimiento, pero el hombre, desnudo y sin salvavidas, tuvo momentos de felicidad, cada vez que un compañero le ayudó cuando se desmayaba, le dio su chaqueta cuando tenía frío, o dejó car un miserable trozo de carne en su tazón. Lajos Koltai se muestra duro y nada complaciente ante la hipocresía de quien vive de manera confortable y se refugia en la falsa misericordia y la cínica filantropía, escudriñando la llaga de los que sufren por cualquiera causa para conseguir un cómodo placebo con su taimada y mentirosa compasión que Koltai siente necesidad de denunciar. Muchos se dirigen al joven protagonista del film para preguntarle si conoció o pudo ver los cámaras de gas y los hornos crematorios; unos por conmiseración, otros para lavar su conciencia y atribuir a la propaganda el mismo hecho de su existencia, cuando las cámaras de George Stevens ya estaban divulgando las imágenes de Dahau. Este director de cine norteamericano nunca más pudo realizar una comedia tras conocer el horror que las SS dejaron tras de sí en su huida
Lajos Koltai fue conocido en Occidente por sus colaboraciones habituales, como director de fotografía con István Szabó , (Mephisto, 1999, Conociendo a Julia, 2004)... y Giuseppe Tornatore, (La leyenda del pianista en el océano, nominada al premio Oscar en 1998, Malena, premiada con el David de Donatello en el año 2000, ..); también ha trabajado con Jodi Foster (A casa por vacaciones, 1995), Albert Brooks (Las manías de mamá ) ...
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