Paradise Now.Jany Abu-Assad.
Ficha técnica:
Título original: Paradise Now.
Países: Palestina/Holanda/Alemania/Francia/Israel.
Año: 2005.
Duración: 100 minutos.
Dirección: Jany Abu-Assad.
Guión: Jany Abu-Assad, Bero Beyer, Pierre Hodgson.
Dirección de Fotografía: Antoine Héberlé,
Música: Jina Sumedi.
Montaje: Sander Vos.
Dirección artística: Bashir Abu Rabi'a.
Decoración del set: Samir Hawa.
Diseño de Vestuario: Walid Mawed.
Productores: Hengameh Panahi, Amir Harel, Gerhardt Meixner,, Roman Paul, Bero Beyer.
Productor asociado: Remi Buráh.
Diseño de producción: Olivier Meidinger.
Compañías: Warner Independent Pictures, Augustus Filmd, Lama Films, Razor Films, Lumen Films, Arte France Cinema, Hazazah Film.
Intérpretes:
Kais Nashelf: Said,
Ali Suliman: Khaled,
Lubna Azabal: Suha,
Amer Hiehel: Jamal,
Hiam Abbass: Madre de Said,
Ashraf Barhoum: Abu Karem.
Sinopsis:
Dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, son reclutados para inmolarse en un atentado suicida en Tel Aviv. Después de pasar una última noche con sus respectivas familias y sin poder despedirse de ellas, les atan bombas al cuerpo y los llevan hasta la frontera con Israel. Pero las cosas no salen como esperaban y acaban por separarse. Cada uno deberá enfrentarse a su destino y a sus convicciones.
Premios (Filmaffinity):
2005: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa
2005: Globos de oro: Mejor película de habla no inglesa
2005: Festival de Berlín: Premio del Público, Premio Ángel Azul
2005: National Board of Review. Mejor película de habla no inglesa
2005: Nominada a Critics' Choice Awards: Mejor película de habla no inglesa
2006: Premios del Cine Europeo: Nominada al Premio del Público
Comentario:
Tenemos todos, -unos más que otros para ser honestos y no pecar de falsa modestia -, el vicio de hacer análisis totalizadores, sin matices, en los que se habla de algo tan poco científico como 'la gente', los españoles, los alemanes,los musulmanes, los cristianos...sin matizar, a sabiendas de que cada uno de estos grupos están a su vez divididos en otros de acuerdo con la clase social y económica, determinante, la cultura o la ideología. En estos momentos se está produciendo una guerra más o menos larvada entre dos mundos antiguos: el próximo oriente, las tierras del sol naciente donde surgió la civilización, cuyos restos están siendo troceados y vendidos a coleccionistas particulares sin escrúpulos, ( un lugar en el que se situó la historia de la niña que quería aprender a escribir y que vivía en las inmensas hornacinas que dejaron los budas destrozados por los talibanes), y el mundo cristiano situado en el occidente, donde se produce el ocaso del sol. Hoy vemos con estupor cómo muchos jóvenes se inmolan, y no entendemos cómo esto puede suceder, como alguien puede buscar la muerte siendo tan joven, cuando precisamente más se la teme, y ni la religión, ni las condiciones económicas parecen ser una razón lo suficientemente sólida para realizar estos actos.
Esta es la razón por la que parece más oportuno ceder la palabra a alguien como el cineasta palestino Hany Abu-Assad, para hablar de los primeros sacrificios en Israel, como otro día hicimos con la película del marroquí Nabil Ayouch, 'Los caballos de Dios' (2012), mucho más dura e impresionante, aunque penetra menos en la psicología de los personajes y los contempla casi desde fuera. Hany o Jany construye una historia que recuerda mucho el relato breve de Gabriel García Marquez, 'Crónica de una muerte anunciada', en la que dos jóvenes, como cualesquiera otros de su edad, son seleccionados por quienes tienen potestad para ello, (entre los que se encuentra un antiguo profesor), para sacrificarse como respuesta a un ataque israelita. Durante casi todo el metraje, ambos personajes ,vestidos con traje, rasurados, con la cabeza casi afeitada, es decir, vestidos para esta acción, van de un lado a otro con el cinturón de explosivos anudado en su cintura, dudando, visitando de lejos a sus familias, el cementerio, el lugar de trabajo, la muchacha que les gusta, como si quisieran conseguir de forma inconsciente que alguien o algo lo impidiera, especialmente tras fracasar en un primer instante la operación, por lo que llevarla adelante suponía morir dos veces.
Abu-Assad penetra en las razones de estos jóvenes, y el que, en principio parece más radical, Khaled, (Ali Suliman) es el que primero decae, Said, (Kais Nashelf ), más y mejor socializado, competente en el trabajo, con una madre que lo quiere y una mujer que se siente atraída por él tiene un secreto que no lo deja vivir en paz: su padre colaboró con los israelitas y él está en deuda con su pueblo. Abu-Assad adopta una posición más conciliadora que otros cineastas y periodistas: denuncia que en ciertos establecimientos, comerciantes sin escrúpulos vendan vídeos en los que jóvenes que van a inmolarse se despiden de sus familias, y otros que incluyen ejecuciones de colaboradores con el enemigo. Pero también lleva a la gran pantalla el dolor de las madres y esposas o novias de quienes van a morir, una tristeza de la que no se librarán jamás. En un breve tránsito de tiempo una mujert debe asumir que un hijo, cuya vuelta a casa controla con inquietud como hacen todas las madres del mundo, está a punto de sacrificarse para ir al cielo.
Muchos jóvenes y últimamente algunas mujeres, se han suicidado y nadie sabe como contestar a la pregunta que se hace, Suha ( Lubna Azabal ), una joven pacifista atraida por Said ¿ha servido para algo? Hany Abu-Assad, nacido en Nazaret en 1961, con ciudadanía israelí, trabajó junto a su padre, como distribuidor de la empresa cementera Nasher; tras ver 'Alguien voló sobre el nido del cuco' de Milos Forman (1985), quiso dedicarse al cine y su padre lo envió a estudiar ingeniería técnica a Haarlem (Holanda). Tras realizar diversos trabajos en los Paises Bajos y en Tel Aviv comenzó su carrera cinematográfica como productor, hasta que en 2005 realizó Paradise Now, una película muy polémica que recibió un Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa y tuvo una nominación al Óscar de la misma categoría. En los Países Bajos ganó el Becerro de Oro a la mejor película neerlandesa. Tuvo algún que otro fracaso hasta que en 2013 rodó 'Omar', el primer filme prácticamente palestino al 100%, que fue nominado al Oscar a la mejor película en lengua no inglesa, después de que la Academia aceptara por primera vez que en el apartado de país de origen apareciera «Palestina», a diferencia de Paradise Now que había tenido que competir como película de los «Territorios Palestinos». En el Festival de Cannes se presentó en la sección Un certain regard y fue premiada con el premio del Jurado.
Muchas informaciones sobre estos hechos, realizadas desde diferentes posiciones ideológicas, no tienen en cuenta los argumentos que maneja Abu-Assad en este film tan premiado, en el que parece que las madres no otorgan con tanta alegría a sus hijos para el sacrificio, al menos según este cineasta. La secuencia en la que la familia de Said espera lo inevitable traduce una gran tristeza, que en caso de producirse, para alguno de los protagonistas es un acto de fe en su lucha contra el hereje, en el que el anuncio de un desodorante es una prueba de que el diablo existe (las cámaras del cineasta palestino van grabando estos inmensos anuncios en las paredes de los edificios y las vallas publicitarias), para otros de venganza, y para las mujeres del film un sacrificio inútil que extiende la desgracia y la inseguridad para todos. En definitiva, una película que todos debiéramos ver para empezar a entender que una etiqueta jamás designa a todo un pueblo, y términos como 'la gente' no significan nada.
Muchas informaciones sobre estos hechos, realizadas desde diferentes posiciones ideológicas, no tienen en cuenta los argumentos que maneja Abu-Assad en este film tan premiado, en el que parece que las madres no otorgan con tanta alegría a sus hijos para el sacrificio, al menos según este cineasta. La secuencia en la que la familia de Said espera lo inevitable traduce una gran tristeza, que en caso de producirse, para alguno de los protagonistas es un acto de fe en su lucha contra el hereje, en el que el anuncio de un desodorante es una prueba de que el diablo existe (las cámaras del cineasta palestino van grabando estos inmensos anuncios en las paredes de los edificios y las vallas publicitarias), para otros de venganza, y para las mujeres del film un sacrificio inútil que extiende la desgracia y la inseguridad para todos. En definitiva, una película que todos debiéramos ver para empezar a entender que una etiqueta jamás designa a todo un pueblo, y términos como 'la gente' no significan nada.
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