French Connection II..
;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;;
Ficha técnica:
Título original: The French Connection.
País: Estados Unidos.
Año: 1971.
Duración: 99 minutos.
Dirección: John Frankenheimer (El hombre de Alcatraz, 1962; El mensajero del miedo, 1962...)
Guión: Alexander Jacobs, Robert Dillon y Laurie Dillon, basado en una historia de Robert Dillon y Laurie Dillon.
Casting: Robert Weiner.
Director de Fotografía: Owen Roizman.
Música: Don Ellis.
Editor: Jerry Greenberg.
Director artístico: Ben Kazaskow.
Decorador del set: Ed Garzero.
Sonido: Chris Newman, Theodore Soderberg.
Coordinador de especialistas: Bill Hickman
Casting: Robert Weiner.
Director de Fotografía: Owen Roizman.
Música: Don Ellis.
Editor: Jerry Greenberg.
Director artístico: Ben Kazaskow.
Decorador del set: Ed Garzero.
Sonido: Chris Newman, Theodore Soderberg.
Coordinador de especialistas: Bill Hickman
Maquillaje: Irving Buchman.
Vestuario: Joseph Fretwell III.
Vestuario: Joseph Fretwell III.
Productores : Philip D'Anthony, asociado con Schine-Moore Productions.
Productor ejecutivo: G.David Schine.
Productor asociado: Kenneth Utt.
Productor asociado: Kenneth Utt.
Compañías. Productoras 20th Century Fox.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Intérpretes:
Gene Hackman: Jimmy Doyle,
Fernando Rey: Alain Charnier,
Roy Scheider: Buddy Russo,
Tony Lo Bianco: Sal Boca,
Marcel Bozzuffi:Pierre Nicoli,
Bill Hickman: Mulderig,
Ann Rebbot: Marie Charnier,
Harold Gary: Weinstock,
Arlene Farber: Angie Boca,
...
Marcel Bozzuffi:Pierre Nicoli,
Bill Hickman: Mulderig,
Ann Rebbot: Marie Charnier,
Harold Gary: Weinstock,
Arlene Farber: Angie Boca,
...
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Sinopsis:
En la ciudad de Nueva York, los detectives 'Popeye' Doyle (Gene Hackman) y Buddy Ruso (Roy Scheider) tienen una misión muy concreta: desarticular una red de tráfico de narcóticos y descubrir quién se esconde tras el pseudónimo de "French Connection". Pero cuando uno de los criminales intenta matar a Doyle, la misión se convierte para él en algo personal que le llevará incluso fuera de los límites de la ciudad. Basada en hechos reales, este thriller que contiene una de las escenas de persecución más famosas de la historia del cine, ganó 5 Oscars de la Academia en 1971, incluyendo Mejor película, Mejor Director (William Friedkin) y Mejor actor (Gene Hackman).
Desde el primer fotograma salta a la vista que estamos ante un cineasta que, a pesar de sus repetidos fracasos vitales y profesionales, que marcaron el final de su carrera, domina el oficio y realiza un ejercicio de estilo en el que el discurso fluye con tal facilidad, la edición es tan invisible y está tan bien ejecutada, que hasta lo más increíble adquiere la verosimilitud necesaria para tener al espectador sentado al borde de su asiento y aferrándose a los brazos de su sillón, pendiente de la resolución del conflicto que se le plantea. Dos persecuciones, una a pie en la que los actores implicados corren hasta la extenuación y se puede sentir el resuello de su respiración violenta, hasta la célebre carrera en la que compiten un metro, que circula en la superficie, por encima de unas vías elevadas y el coche que conduce Gene Hackman, unas imágenes que han dejado huella en los cineastas y han sido objeto de cameos, realizados con más dinero pero menos efectividad e ilusión de realidad.
La primera mirada a la ciudad de Marsella, en un plano-secuencia en el que se inscriben algunos créditos nos describe, sin una sola palabra, ante qué tipo de ciudad nos encontramos y quién manda en ella. La ausencia de un mínimo plan de urbanismo, cuyo resultado es la convivencia de todo tipo de edificaciones,-modernas y antiguas, altas y bajas, nuevas y viejas...-, la suciedad de las calles, el deterioro de paredes y carpintería de los edificios, contrasta con las espléndidas villas de los mafiosos con balcones floridos al Mediterráneo, que sólo acuden a la aglomeración urbana dantesca para hacerse cargo de sus turbios negocios. Fernando Rey representa a la perfección esa imagen de hombre honorable que esconde a un peligroso gángster, Alain Charnier, que lleva de cabeza a la policía de Estados Unidos. Trasladados al estado americano, Frankenheimer nos ofrece perspectivas insólitas de la capital federal, obligando al espectador a representar ante sí mismo el gran edificio del gobierno americano, la célebre Casa Blanca, cuya presencia permite adivinar el célebre obelisco que la preside.
Gene Hackman representa al policía sin escrúpulos, que utiliza cualquier procedimiento y no duda en poner en riesgo la vida de sus conciudadanos para atrapar a un ladrón y conseguir su objetivo. Su actuación en garitos en los que requisa apenas unas cuantas pastillas y unos gramos de hierba a cuatro infelices, generalmente hombres de color con dificultades para ganarse legalmente la vida, excede con mucho la falta del respeto que exige la carta magna de Norteamérica, el elemento más fuerte de cohesión entre los diferentes estados. Estos excesos no favorecen la resolución satisfactoria de ninguna investigación, ya que, merced a los violentos e instintivos procedimientos empleados, la mayor parte de los traficantes ve con frecuencia tan reducidas sus penas por falta de pruebas, que algunos ni pisan la cárcel, al tiempo que los jefes logran logran escapar, como ocurre en la ficción de Frankenheimer.
Rotten Tomatoes describe al cineasta como "uno de los observadores más astutos de la escena social y política de los años 60, caracterizado por una capacidad única para reducir la brecha de las 'nuevas tecnologías visuales' de la televisión ( a la que dedicó los primeros momentos de su profesión), el 'viejo teatro' de Hollywood, propio de tiempos pasados, y la modernidad corporativa sin rostro de la gran pantalla, deslumbrando a la crítica y el público con su uso de la fotografía monocromática y la tecnología Panavisión. Al final de su carrera defraudó y los críticos le acusaron de sacrificar sustancia por estilo.
Film imprescindible para los amantes del thriller y los buenos cinéfilos.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Comentario:
Los periódicos cierran el periodo vacacional con una de las películas más emblemáticas del thriller policíaco y de acción, protagonizado por uno de los actores más emblemáticos del género, Gene Hackman, y dirigido por John Frankenheimer, hijo de un judio emigrado de la Alemania, que fue seleccionado para realizar la segunda parte de The French Connection por sus antecedentes europeos y su conocimiento de la ciudad de Marsella.
Desde el primer fotograma salta a la vista que estamos ante un cineasta que, a pesar de sus repetidos fracasos vitales y profesionales, que marcaron el final de su carrera, domina el oficio y realiza un ejercicio de estilo en el que el discurso fluye con tal facilidad, la edición es tan invisible y está tan bien ejecutada, que hasta lo más increíble adquiere la verosimilitud necesaria para tener al espectador sentado al borde de su asiento y aferrándose a los brazos de su sillón, pendiente de la resolución del conflicto que se le plantea. Dos persecuciones, una a pie en la que los actores implicados corren hasta la extenuación y se puede sentir el resuello de su respiración violenta, hasta la célebre carrera en la que compiten un metro, que circula en la superficie, por encima de unas vías elevadas y el coche que conduce Gene Hackman, unas imágenes que han dejado huella en los cineastas y han sido objeto de cameos, realizados con más dinero pero menos efectividad e ilusión de realidad.
La primera mirada a la ciudad de Marsella, en un plano-secuencia en el que se inscriben algunos créditos nos describe, sin una sola palabra, ante qué tipo de ciudad nos encontramos y quién manda en ella. La ausencia de un mínimo plan de urbanismo, cuyo resultado es la convivencia de todo tipo de edificaciones,-modernas y antiguas, altas y bajas, nuevas y viejas...-, la suciedad de las calles, el deterioro de paredes y carpintería de los edificios, contrasta con las espléndidas villas de los mafiosos con balcones floridos al Mediterráneo, que sólo acuden a la aglomeración urbana dantesca para hacerse cargo de sus turbios negocios. Fernando Rey representa a la perfección esa imagen de hombre honorable que esconde a un peligroso gángster, Alain Charnier, que lleva de cabeza a la policía de Estados Unidos. Trasladados al estado americano, Frankenheimer nos ofrece perspectivas insólitas de la capital federal, obligando al espectador a representar ante sí mismo el gran edificio del gobierno americano, la célebre Casa Blanca, cuya presencia permite adivinar el célebre obelisco que la preside.
Gene Hackman representa al policía sin escrúpulos, que utiliza cualquier procedimiento y no duda en poner en riesgo la vida de sus conciudadanos para atrapar a un ladrón y conseguir su objetivo. Su actuación en garitos en los que requisa apenas unas cuantas pastillas y unos gramos de hierba a cuatro infelices, generalmente hombres de color con dificultades para ganarse legalmente la vida, excede con mucho la falta del respeto que exige la carta magna de Norteamérica, el elemento más fuerte de cohesión entre los diferentes estados. Estos excesos no favorecen la resolución satisfactoria de ninguna investigación, ya que, merced a los violentos e instintivos procedimientos empleados, la mayor parte de los traficantes ve con frecuencia tan reducidas sus penas por falta de pruebas, que algunos ni pisan la cárcel, al tiempo que los jefes logran logran escapar, como ocurre en la ficción de Frankenheimer.
Rotten Tomatoes describe al cineasta como "uno de los observadores más astutos de la escena social y política de los años 60, caracterizado por una capacidad única para reducir la brecha de las 'nuevas tecnologías visuales' de la televisión ( a la que dedicó los primeros momentos de su profesión), el 'viejo teatro' de Hollywood, propio de tiempos pasados, y la modernidad corporativa sin rostro de la gran pantalla, deslumbrando a la crítica y el público con su uso de la fotografía monocromática y la tecnología Panavisión. Al final de su carrera defraudó y los críticos le acusaron de sacrificar sustancia por estilo.
Film imprescindible para los amantes del thriller y los buenos cinéfilos.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario aquí!