White God (Dios blanco). Comentario.
Ficha técnica, sinopsis, críticas (Pincha aquí)
Comentario:
Kornél Mundruczó hace una película sucia, dura, escatológica, poco apta para los vientres agradecidos, como diría Salustio, de las clases medias europeas que no se han visto todavía zarandeadas por la crisis y que, como el padre de Lili no presta demasiada atención, en principio, a lo que ocurre a su alrededor; los espectadores que pertenecen a este grupo prefieren ir al cine y disfrutar de un feel good movie y no 'calentarse los cascos' con un director que pone a los jóvenes del conservatorio de Budapest a tocar provocativamente la Internacional mientras esperan la llegada del maestro que los adiestra y alecciona en una correcta interpretación de las rapsodias húngaras de Liszt, una rutina que repite del mismo modo la veterinaria de la perrera, cuando intenta amansar a los perros más rebeldes con la misma música nacional que ambienta una película de Tom y Jerry, que los canes siguen de forma sorprendente con atención. Cuando al final Dániel reacciona y entiende la postura de su hija, adquiere plena conciencia de que su actitud inicial, preñada de rencor hacia su ex-mujer, había sido totalmente errónea.
Es bastante probable que la iconografía elegida del perro como metáfora de un pueblo que explota ante los abusos excesivos, y se convierte en protagonista de la indignación de las masas, por mucho que sea muy comprensible para el público, que asocia una vida miserable con una existencia perra, sea poco efectiva y en algunos momentos excesivamente revulsiva, pero si en algo acierta Mundruczó es al encender una luz de alarma sobre cómo está viviendo y procesando la crisis, la precariedad, el maltrato y el desempleo, la población de las antiguas repúblicas socialistas soviéticas, que se sienten como aquel pobre de solemnidad que cuando le toca la lotería se encuentra con la abolición de la propiedad privada. De ahí que vacilen entre el realismo socialista y el romanticismo de la Internacional y del nacionalismo antinapoleónico de Listz, Brahms o Chopen que enaltecieron las esencias nacionales. El capitalismo los ha decepcionado y los ha esclavizado.
Donde acierta de pleno es al crear un personaje femenino, a pesar de la magistral interpretación de Zsófia Psotta, a la que auguramos una brillante carrera, una protagonista pre-adolescente, que por su indumentaria, y el intento desesperado de proteger a su mascota, su perro mestizo Hanger, recorriendo la ciudad en bicicleta, evoca al protagonista de ET, Elliot, aunque tiene que enfrentarse a un enemigo más duro y hostil que ET, un can entrenado para enfrentarse a una casta, un 'dios blanco', en cuyas filas se integra la chica que lo cuidó y creció con el, sin posibilidad de introducir ningún matiz disuasorio. Sólo la presencia de Lili es capaz de calmar a Max con su trompeta, interpretando esta misma rapsodia, la número 2 de Liszt ; sólo así Hanger/Max se aplacará, y se podrá establecer una tregua entre quienes han decidido sacudirse el yugo a cualquier precio y sus verdugos. Lili y su padre deberán adoptar una posición de igualdad con sus potenciales enemigos, con el objetivo de llegar a un entendimiento.
Pero si algo interesa de este film, según el propio Mundruczo, es que pretende ser una declaración de solidaridad con las personas marginadas y oprimidas. Es cierto que hay fuertes ecos de limpieza étnica al estilo nazi en la representación de una sociedad intolerante que impone nuevas leyes duras contra los mestizos, un tema cada vez más oportuno a la luz de las recientes ganancias electorales de los neonazis del partido húngaro Jobbik. Otra alusión antirracista se codifica en el título de la película, un juego de culto que hace referencia a la película de Sam Fuller de 1982, sobre un pastor alemán vicioso y entrenado para atacar a personas de piel oscura." (Dios Blanco /'Feher Isten': Reseña de Cannes . The Hollywood Reporter). Los resultados de las últimas elecciones en Dinamarca e Inglaterra dan la razón al cineasta húngaro, y ésto si es preocupante.
Un film interesante, de estilo independiente y alternativo, que puede gustar a un público entrenado en el cine hecho al margen de Hollywood, a pesar de sus claras y controvertidas injerencias,y que puede también atraer a un público amplio, capaz de apreciar el film desde el primer segundo hasta el último, a pesar de que en ciertas ocasiones parece que la prensa polaca, que conoce muy bien a este director, ha decidido montar un poco de ruido, que puede favorecer al cine europeo en general. La película comienza in medias res y tras explicar con una estructura de bucle las imágenes de partida incomprensibles para el público, continúa el relato y lo dirige hacia su desenlace, una forma de contar que resulta efectiva. Cuando volvamos al mismo puente, vacío, con un coche abandonado, que muestra sus puertas abiertas, el espectador entenderá perfectamente la imagen.
Pero si algo interesa de este film, según el propio Mundruczo, es que pretende ser una declaración de solidaridad con las personas marginadas y oprimidas. Es cierto que hay fuertes ecos de limpieza étnica al estilo nazi en la representación de una sociedad intolerante que impone nuevas leyes duras contra los mestizos, un tema cada vez más oportuno a la luz de las recientes ganancias electorales de los neonazis del partido húngaro Jobbik. Otra alusión antirracista se codifica en el título de la película, un juego de culto que hace referencia a la película de Sam Fuller de 1982, sobre un pastor alemán vicioso y entrenado para atacar a personas de piel oscura." (Dios Blanco /'Feher Isten': Reseña de Cannes . The Hollywood Reporter). Los resultados de las últimas elecciones en Dinamarca e Inglaterra dan la razón al cineasta húngaro, y ésto si es preocupante.
Un film interesante, de estilo independiente y alternativo, que puede gustar a un público entrenado en el cine hecho al margen de Hollywood, a pesar de sus claras y controvertidas injerencias,y que puede también atraer a un público amplio, capaz de apreciar el film desde el primer segundo hasta el último, a pesar de que en ciertas ocasiones parece que la prensa polaca, que conoce muy bien a este director, ha decidido montar un poco de ruido, que puede favorecer al cine europeo en general. La película comienza in medias res y tras explicar con una estructura de bucle las imágenes de partida incomprensibles para el público, continúa el relato y lo dirige hacia su desenlace, una forma de contar que resulta efectiva. Cuando volvamos al mismo puente, vacío, con un coche abandonado, que muestra sus puertas abiertas, el espectador entenderá perfectamente la imagen.
Una obra maestra, the masterful para la prensa norteamericana más exigente, que demuestra que otra forma de hacer cine es posible, aunque los cameos y las referencias al cine que se hace en Hollywood son constantes. Rotten Tomatoes recoge una aceptación de la prensa norteamericana del 92 %, y un 73% del público. Un film que se exhibe en las grandes multisalas, poco proclives a implicarse en estos proyectos, por el tipo de público que acude a ellas. Una advertencia seria del ambiente que se respira en Europa, nada tranquilizador.
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