Maniac. Franck Khalfoun
Ficha técnica:
Título original: Maniac.
País: Estados Unidos.
Año: 2012.
Duración: 90 minutos.
Dirección: Frank Khalfoun.
Guión: Alexandre Aja & Grégory Lavasseur, remake de la motion picture, el slasher dirigido por William Lustig
Casting: Lisa Fields, c.s.a. & John Barba.
Dirección de Fotografía: Maxime Alexandre.
Música: Rob (Robin Coudert).
Edición: Baxter.
Sonido: Zsoit Magyar, Emmanuel Augeard, François Joseph Hors.
Coordinador de especialistas: Keith Woulard.
Director artístico: Dooner.
Decorador del set: Jim Mees.
Diseño de Vestuario: Mairi Chisholm.
Maquillaje efectos especiales: KNB Group. Inc.
Departamento de peluquería: Anneliese Boies, Jack Bricker, Jinnie Jiravaivudi, Rapeeporn Rodchchompu.
Jefe de Departamento de maquillaje: Lorraine Martin.
Jefe de Departamento de Peluquería: José Zamora; estilista: Jean Webber.
Productores: Thomas Langman, Alexandre Aja y William Lustig
Productores ejecutivos: Alix Taylor y Pavlina Hatoupis. Antoine de Cazotte, Daniel Delume, Andrew W.Garroni.
Co-Productor: Emmanuel Montamat.
Diseño de producción: Stefania Cella..
Compañías. Productoras: WildBunch, Studio 37 Orange, La Petite Reine-Studio 87, con la participación de Canal + y Cine + asociados con Blue Underground.
Intérpretes:
Nora Arnezeder: Anna,
Genevieve Alexandra: Jessica
Jan Broberg: Rita,
Megan Duffy: Redlucie 86,
Liane Balaban: Judy
Joshua de la Garza:
America Olivo: madre de Frank,
Sammi Rotibi: Jason.
Sinopsis:
Frank lleva una vida solitaria como propietario de una tienda de maniquies. A primera vista, parece incapaz de matar una mosca. Sin embargo, hay algo profundamente turbador en su mirada:
Crítica:
Suena brutal, pero el asesinato como un acto estético, es una idea que no desagrada a los amantes del género, que en su planteamiento nos recuerda la dura saga de 'Guinea Pigs'. Gerard A. Cassadó orienta su análisis en esta dirección: "Así, más que en su historia, donde 'Maniac' asesina nuestra resistencia es en su perturbadora belleza y en su rotundidad. La omnipresente banda sonora de Rob no deja un segundo para el respiro, y nos ahoga en el via crucis existencial de Frank. Que lleguemos a empatizar con la desesperación de un criminal tan detestable no deja de ser un logro inmenso para una película que logra reinventar (e incluso, para quien escribe, superar ampliamente) el original del que partía." (Para novios de la muerte y aficionados a la angustia. Fotogramas).
Comentario:
El director nos sitúa en el lugar del protagonista, haciendo uso de una verdad inquietante: el único rostro que nunca vemos es el nuestro, razón por la que sólo podremos contemplar a Elijah Wood reflejado en un espejo, ya sea el del retrovisor de su coche o cualquiera de los que decore la estancia por la que transita/transitamos. La sucesión ininterrumpida de contraplanos, que coinciden con los planos subjetivos, suelen estar constituídos por sus víctimas o por los maniquies que quiere mejorar con sus cabelleras, emulando a los antiguos aborígenes de Norteamérica; su rostro fragmentado, reflejado en espejos rotos o desgastados, es altamente elocuente y nos informa de un desdoblamiento de personalidad, al que los psiquiatras llaman trastorno disociativo de la identidad que evoca a Norman Bates (Psicosis, Alfred Hitchcock), - una disfunción adquirida por un complejo de Edipo asociado a una actitud de la madre poco homologable a los cánones socialmente establecidos-, al que se une un trastorno obsesivo que le impulsa a lavarse con fruición las manos, para librarse de gérmenes o bacterias que puedan aportarle la sangre de las mujeres asesinadas, hasta llenárselas de heridas. Una de las visiones más espeluznantes es la del joven mitad-maniquí/mitad hombre asexuado, un indicio de su frustración ante el contacto físico con otras personas, ya sean de su sexo o del contrario. 'El Gabinete del Doctor Caligari' sirve como inductor de la forma en que Franky vivió la relación con su madre, que explica su misoginia exacerbada.
La imagen que nos devuelve el espejo es una imagen invertida de nosotros mismos, nuestro alter ego. Y esta es la constante en un film en el que se da un proceso dialógico constante ante superficies reflectantes, entre las dos personalidades de Franky ; en los diálogos se nos muestra a la mujer, generalmente Anna, la que no debiera morir, como la protagonista del 'Gabinete del Doctor de Caligari' (Robert Wiene, 1920), primer film de terror de la historia al que Khalfoun rinde un homenaje en su película, como hemos dicho arriba, vistas siempre como a través de una cámara, de forma artificiosa, incluso con el rostro fragmentado, cosificadas. Las víctimas responden a un perfil que desarrolla ampliamente en la segunda deellas, Lucie (Megan Duffy) : una joven entre veinte y treinta años, independiente, de aspecto vulgar (ropa barata), tatuajes, piercings, a la que le gusta hacerse fotos y colocarlas en un panel de corcho y que dispone de vivienda propia, lo que le da cierta independencia. Sólo cuando la asesinada es una mujer madura, a la que Frank asocia con su propia madre, sus dos yoes se muestran en la pantalla, sin la mediación de un espejo.
El pelo es la única parte del cuerpo que dura para siempre, un fetiche de la persona amada que quería preservar y conservar con él, un motivo altamente significativo, que constituye el núcleo de la trama. Un relato como éste, un drama profundamente psicológico, sólo puede estar construido con un lenguaje audiovisual como el que utiliza Fran Khalfoun, constituido por planos subjetivos tan temblorosos como el tímido protagonista y narrador visual de los hechos, cuya mirada sustituye la cámara, tomados, de forma mucho más justificada que en otras ocasiones y sin formar parte de un hipócrita ejercicio de estilo, con la máquina al hombro, balbuceante y descriptiva de la personalidad del psicópata. La secuencia final es casi un disparate que tiene difícil encaje en un relato que tiene vocación de realista, aunque en muchas ocasiones responde a las alucinaciones que provoca la mente poderosa del que imagina un mal peor que la propia muerte. Está claro que Franck Khalfoun no ha hecho una película simple, que nos ha obligado a posicionarnos junto al asesino y su forma de ver el mundo, derivada de sus propios traumas, y a la vez ha decidido llamar al pan, pan y al vino, vino, sin intermediaciones intelectuales que justifican a un enfermo mental, que sabe que su sitio es el psiquiátrico, pero que prefiere morir a entrar en él. A pesar de todo lo dicho, el film deja un regusto malsano que explica la aversión que ha dejado en algunos sectores del público.
La imagen que nos devuelve el espejo es una imagen invertida de nosotros mismos, nuestro alter ego. Y esta es la constante en un film en el que se da un proceso dialógico constante ante superficies reflectantes, entre las dos personalidades de Franky ; en los diálogos se nos muestra a la mujer, generalmente Anna, la que no debiera morir, como la protagonista del 'Gabinete del Doctor de Caligari' (Robert Wiene, 1920), primer film de terror de la historia al que Khalfoun rinde un homenaje en su película, como hemos dicho arriba, vistas siempre como a través de una cámara, de forma artificiosa, incluso con el rostro fragmentado, cosificadas. Las víctimas responden a un perfil que desarrolla ampliamente en la segunda deellas, Lucie (Megan Duffy) : una joven entre veinte y treinta años, independiente, de aspecto vulgar (ropa barata), tatuajes, piercings, a la que le gusta hacerse fotos y colocarlas en un panel de corcho y que dispone de vivienda propia, lo que le da cierta independencia. Sólo cuando la asesinada es una mujer madura, a la que Frank asocia con su propia madre, sus dos yoes se muestran en la pantalla, sin la mediación de un espejo.
Megan Duffy |
El pelo es la única parte del cuerpo que dura para siempre, un fetiche de la persona amada que quería preservar y conservar con él, un motivo altamente significativo, que constituye el núcleo de la trama. Un relato como éste, un drama profundamente psicológico, sólo puede estar construido con un lenguaje audiovisual como el que utiliza Fran Khalfoun, constituido por planos subjetivos tan temblorosos como el tímido protagonista y narrador visual de los hechos, cuya mirada sustituye la cámara, tomados, de forma mucho más justificada que en otras ocasiones y sin formar parte de un hipócrita ejercicio de estilo, con la máquina al hombro, balbuceante y descriptiva de la personalidad del psicópata. La secuencia final es casi un disparate que tiene difícil encaje en un relato que tiene vocación de realista, aunque en muchas ocasiones responde a las alucinaciones que provoca la mente poderosa del que imagina un mal peor que la propia muerte. Está claro que Franck Khalfoun no ha hecho una película simple, que nos ha obligado a posicionarnos junto al asesino y su forma de ver el mundo, derivada de sus propios traumas, y a la vez ha decidido llamar al pan, pan y al vino, vino, sin intermediaciones intelectuales que justifican a un enfermo mental, que sabe que su sitio es el psiquiátrico, pero que prefiere morir a entrar en él. A pesar de todo lo dicho, el film deja un regusto malsano que explica la aversión que ha dejado en algunos sectores del público.
Anna (Nora Arnezeder), la chica de la que se enamora. |
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