Déjame entrar. Tomas Alfredson.
Ficha técnica:
Título original: Lät den rätte komma in
País: Suecia
Año: 2009
Duración: 114 minutos
Director: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Linqvist, basado en su novela homónima
Director de Fotografía: Hoyte Van Hoytema
Música: Johan Söderqvist
Montaje: Dino Jonsäter, Tomas Alfredson; corte: Dino Jonsäter, Tomas Alfredson
Puesta en escena: Dennis Magnusson
Diseño decorado: Josef Norén
Diseño de Vestuario y maquillaje: Maria Strid
Productores: John Nordling, Carl Molinder
Productores ejecutivos: Per-Erik Svensson, Gunnar Carlsson, Lena Rehberg, Ricard Constantinou
Diseño de producción: Eva Morén
Productor en línea: Frida Asp
Compañías. Productoras: EFN, EFTI , Samproduktion Med, Sveriges Televisión (SVT, Filmpool Nord, Sandrew Metronome Wag, Fido Film, The Chimney Pot, Ljudligan, Med Produktionsstöd Fran, Svenska Filminstitutet, Filmkonsulent Piodor Gustafsson. Nordisk Film & TV Fond, Svend Abrahamsen. Distribución: Karma
Intérpretes:
Kare Hedebrant: Oskar
Lina Leandersson: Eli
Per Ragnar: Hakan
Henrik Dhal: Erik
Karin Bergquist: Yvonne
Peter Carlberg: Lacke
Ika Nord: Virginia
Sinopsis:
Oskar es un chico de 12 años que sufre continuamente el acoso de sus compañeros de clase más fuertes. Su deseo de tener un amigo parece hacerse realidad cuando conoce a Eli, una niña de la misma edad que acaba de mudarse a la casa de al lado. Pero Eli es una niña misteriosa. Es muy seria, está muy pálida, sólo sale por las noches y aparentemente no le afectan las temperaturas heladas. Una serie de desapariciones y asesinatos inexplicables coinciden con la llegada de la chica.
El cineasta sueco Tomas Alfredson narra una historia de adolescencia, de amistad, rechazo y lealtad, por un lado perturbadora y oscura pero también poética e inesperadamente tierna.
Crítica:
En vísperas de una nueva cita europea, que aspira a cumplir el más antiguo de los sueños de la llamada civilización occidental de promover unos Estados Unidos de Europa, con hitos importantes como el Imperio romano, la expansión napoleónica y la locura hitleriana, nos acercamos, de la mano de Tomas Alfredson a la cultura nórdica, a la idiosincrasia de su país, Suecia, una región fría emblematizada en paisajes, colegios y habitáculos de todo tipo, muy diferente de la de los países mediterráneos, lo que permite un análisis introspectivo de las diferentes conductas, representadas por el adolescente rubio, casi albino, y la extraña niña morena, mal vestida y sucia, que ha llegado para chupar la sangre de los habitantes del lugar, Eli; más su ambigüedad no se limita al color de su piel, su apariencia vagabunda, (descalza, desarrapada...), sino que apunta a oltros rasgos que la hacen diferente a los demás.
Alfredson se acerca al tema con una prosa poética, con una actitud lírica y romántica que hace posible que su película se convirtiera en un título de culto cuando apenas había comenzado su andadura. el mejor regalo para el escritor en cuyo texto se basó el guión. Su director artístico dio forma a la mejor ambientación para un mundo de bajas pasiones, de venganzas, de muerte y pena capital de otros tiempos, valiéndose de instrumentos cortantes, ya sean cuchillos o los colmillos de los no-muertos, vampiros trasladado a la vida cotidiana de un pueblo sueco del siglo XXI, conservando algunos iconos de la leyenda; 'Chilla, chillas como un cerdo', son las primeras palabras que se oye pronunciar a Oskar, desnudo ante su ventana, desde la que puede observar la llegada de elementos extraños a la comunidad.
El maltrato al diferente por cualquier causa centra el relato; desde las primera secuencias se muestra a Oskar como víctima del acoso escolar de sus compañeros y la soledad de que es v´ctima, tanto en la escuela como en el patio helado de su casa, en la que empuñando siempre el mismo cuchillo, arremete contra los árboles con su reiterado estribillo: 'chilla, chilla'. Los encuentros con la niña siempre sucia, descalza en medio de la nieve y mal vestida, despierta la ternura de nuestro solitario personaje. Nos preguntamos por qué ha elegido el director un ser tan diferente a los demás, no sólo porque se le suponga muerto. Ella mata por hambre, él desearía hacerlo por odio. Oskar es hijo de unos padres separados. De la manera más elegante y delicada, como todo lo que trata, nos sugiere que el padre ha abandonado a su mujer para entablar relaciones con otro hombre.
El color rojo, al que con frecuencia se le atribuye el significado de peligro, aparece en el jersey de Oskar y de otros objetos en el comedor de su casa, en contraste con los tonos fríos de los contextos habituales en los que se desenvuelve un niño cegado por el odio, acorralado por sus compañeros y que ansía la revancha. El niño no acepta la relación homosexual de su padre, ni al compañero que se interfiere entre los dos , a pesar de los esfuerzos de éste por ganar su cariño. La relación con su madre es diferente. Convertida en cabeza de una familia monoparental, vive asustada al tener que educar a su hijo en solitario, le agobian las noticias de accidentes y muertes y los conflictos escolares de su hijo y no puede contar con la ayuda de su marido. Al contrario que con su progenitor, Oskar no comparte jamás estancia con ella y en algunos diálogos sólo vemos la imagen que de él devuelve el espejo. Parece que la hace responsable de su situación y que existe una barrera importante entre ellos.
El uso de espejos o cristales en los que se reflejan Oskar y Eli es redundante, recursos estilísticos para expresar la existencia de una doble naturaleza en ambos que sólo el espectador conoce: Oskar esconde bajo esa apariencia tierna y angelical, falsa y engañosa, un ser vengativo, que acaricia constantemente su navaja; Eli necesita la sangre de los demás para vivir. Alfredson conoce muy bien el acoso escolar porque lo sufrió siendo un niño. Otro hecho inquietante es la ambigüedad sexual de Eli, que frecuentemente le hace una pregunta al niño: "¿Y si no fuera una niña?". Esta ambigüedad no sólo tienen que ver con su condición vampírica sino que la suscita una imagen en la que el autor nos la muestra, al salir de la ducha desnuda, con una cicatriz en el lugar del sexo masculino. En la novela Eli es un niño castrado. La relación entre ambos se produce en un clima de pre-adolescencia y pre-sexo, donde importa sobre todo la amistad, a la que el niño subordina al miedo o al asco que le producen determinadas situaciones, como besarla en la boca llena de sangre. Por otra parte, el contexo actual en que se desarrolla la historia no permite, frente a los viejos vampiros, ir por ahí mordiendo a la gente, por lo que la niña necesita un cooperador para que le ayude a obtener sangre, su alimento, y a cometer asesinatos, y que le permita pasar desapercibida ante los vecinos y escapar continuamente, cuando se descubren los crímenes.
Es lógico colegir que, al morir el hombre que hacía este papel y que envejecía mientras ella siempre tenía la apariencia de 12 años, será Oskar el sustituto. Vampirismo con todos los matices posibles. "El cineasta sueco Tomas Alfredson narra una historia de adolescencia, de amistad, rechazo y lealtad, por un lado perturbadora y oscura pero también poética e inesperadamente tierna" ( DVD) Matt Reeves se servirá de esta alquimia especial y en su marmita mezclará lo fantástico y lo íntimo, lo bello y lo siniestro para propiciar el fruto de su traducción americana, esta enésima aproximación a la mitología del vampirismo infantil (instalada en un drama de acoso escolar ), que en el recorrido perderá delicadeza y se embrutecerá.
Alfredson se acerca al tema con una prosa poética, con una actitud lírica y romántica que hace posible que su película se convirtiera en un título de culto cuando apenas había comenzado su andadura. el mejor regalo para el escritor en cuyo texto se basó el guión. Su director artístico dio forma a la mejor ambientación para un mundo de bajas pasiones, de venganzas, de muerte y pena capital de otros tiempos, valiéndose de instrumentos cortantes, ya sean cuchillos o los colmillos de los no-muertos, vampiros trasladado a la vida cotidiana de un pueblo sueco del siglo XXI, conservando algunos iconos de la leyenda; 'Chilla, chillas como un cerdo', son las primeras palabras que se oye pronunciar a Oskar, desnudo ante su ventana, desde la que puede observar la llegada de elementos extraños a la comunidad.
El maltrato al diferente por cualquier causa centra el relato; desde las primera secuencias se muestra a Oskar como víctima del acoso escolar de sus compañeros y la soledad de que es v´ctima, tanto en la escuela como en el patio helado de su casa, en la que empuñando siempre el mismo cuchillo, arremete contra los árboles con su reiterado estribillo: 'chilla, chilla'. Los encuentros con la niña siempre sucia, descalza en medio de la nieve y mal vestida, despierta la ternura de nuestro solitario personaje. Nos preguntamos por qué ha elegido el director un ser tan diferente a los demás, no sólo porque se le suponga muerto. Ella mata por hambre, él desearía hacerlo por odio. Oskar es hijo de unos padres separados. De la manera más elegante y delicada, como todo lo que trata, nos sugiere que el padre ha abandonado a su mujer para entablar relaciones con otro hombre.
El color rojo, al que con frecuencia se le atribuye el significado de peligro, aparece en el jersey de Oskar y de otros objetos en el comedor de su casa, en contraste con los tonos fríos de los contextos habituales en los que se desenvuelve un niño cegado por el odio, acorralado por sus compañeros y que ansía la revancha. El niño no acepta la relación homosexual de su padre, ni al compañero que se interfiere entre los dos , a pesar de los esfuerzos de éste por ganar su cariño. La relación con su madre es diferente. Convertida en cabeza de una familia monoparental, vive asustada al tener que educar a su hijo en solitario, le agobian las noticias de accidentes y muertes y los conflictos escolares de su hijo y no puede contar con la ayuda de su marido. Al contrario que con su progenitor, Oskar no comparte jamás estancia con ella y en algunos diálogos sólo vemos la imagen que de él devuelve el espejo. Parece que la hace responsable de su situación y que existe una barrera importante entre ellos.
El uso de espejos o cristales en los que se reflejan Oskar y Eli es redundante, recursos estilísticos para expresar la existencia de una doble naturaleza en ambos que sólo el espectador conoce: Oskar esconde bajo esa apariencia tierna y angelical, falsa y engañosa, un ser vengativo, que acaricia constantemente su navaja; Eli necesita la sangre de los demás para vivir. Alfredson conoce muy bien el acoso escolar porque lo sufrió siendo un niño. Otro hecho inquietante es la ambigüedad sexual de Eli, que frecuentemente le hace una pregunta al niño: "¿Y si no fuera una niña?". Esta ambigüedad no sólo tienen que ver con su condición vampírica sino que la suscita una imagen en la que el autor nos la muestra, al salir de la ducha desnuda, con una cicatriz en el lugar del sexo masculino. En la novela Eli es un niño castrado. La relación entre ambos se produce en un clima de pre-adolescencia y pre-sexo, donde importa sobre todo la amistad, a la que el niño subordina al miedo o al asco que le producen determinadas situaciones, como besarla en la boca llena de sangre. Por otra parte, el contexo actual en que se desarrolla la historia no permite, frente a los viejos vampiros, ir por ahí mordiendo a la gente, por lo que la niña necesita un cooperador para que le ayude a obtener sangre, su alimento, y a cometer asesinatos, y que le permita pasar desapercibida ante los vecinos y escapar continuamente, cuando se descubren los crímenes.
Es lógico colegir que, al morir el hombre que hacía este papel y que envejecía mientras ella siempre tenía la apariencia de 12 años, será Oskar el sustituto. Vampirismo con todos los matices posibles. "El cineasta sueco Tomas Alfredson narra una historia de adolescencia, de amistad, rechazo y lealtad, por un lado perturbadora y oscura pero también poética e inesperadamente tierna" ( DVD) Matt Reeves se servirá de esta alquimia especial y en su marmita mezclará lo fantástico y lo íntimo, lo bello y lo siniestro para propiciar el fruto de su traducción americana, esta enésima aproximación a la mitología del vampirismo infantil (instalada en un drama de acoso escolar ), que en el recorrido perderá delicadeza y se embrutecerá.
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