Perdona si te llamo amor. Federico Moccia



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Ficha técnica:

Título original: Scusa ma ti chiamo amore
País: Italia
Año: 2008
Duración: 113 minutos

Dirección: Federico Moccia
Guión: texto: Federico Moccia, Luca Infascelli, Chiara Barcini, basado en un argumento de Federico Moccia
Casting: Gaia Gorrini
Dirección de Fotografía: Marcello Montarsi, a.i.c.
Música. Score: Claudio Guidetti;  Zero Assoluto
Montaje: Patrizio Marone
Sonido : Cinzia Alchimede, a.i.t.s.
Decoración: Maurizio Marchitelli, a.s.c.

Diseño de Vestuario: Grazia Materia

Productores: Remo Chiappa, Lierka Rusik
Productor ejecutivo por la New Far Film, s.r.l.: Rita Rusik
Director de producción: Nicola Mastrorilli
Productores: Mario y Vittorio Cecchi Gori
Compañías. Productora: Medusa Film en colaboración con Sky

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Intérpretes:

Raoul Bova: Alex
Michela Quatrocchie: Niki
Francesca Ferrazzo: Erika
Beatrice Valente
Michelle Carpente: Diletta
Francesco Apolloni: Pietri
Luca Angeletti: Enrico
Ignazio Oliva
Mara Meis
Rossella Infanti: Cristina
Francesca Antonelli: Susanna
Veronika Logan: Elena
Davide Rossi
Maria Rita Fenzato
Pino Quartullo
Cecilia Dazzi: Simona
Gisella Marengo
Luca Ward

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Sinopsis:

Cuando menos se lo espera, el amor verdadero irrumpe como un huracán en la vida de Alex, un publicista de éxito, serio y guapo. A sus casi cuarenta años, conduciendo hacia el trabajo por la mañana, se topa en un cruce con Niki, que va hacia el instituto en su moto. Tras ese encuentro, el mundo tranquilo y rutinario de Alex se pone patas arriba. Niki, con toda su alegría inocente y su extraordinaria sabiduría para alguien de diecisiete años, entra en su vida llevándose sus viejas verdades, sus ideas fijas, sus grises costumbres e incluso la tristeza de haber sido dejado de repente por la mujer con la que había estado durante años.

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Crítica:

"Destinada única y exclusivamente a incondicionales del mayor de los sentimientos en su vertiente parejil, al menos cuenta la historia con la baza de una cierta originalidad al margen de conservadurismos de clase. El protagonista principal dobla la edad de una adolescente en absoluto Lolita, planteando una relación que no incurrirá en problemas mayores ─narrativamente habría sido más interesante, desde luego─ pero que al menos escapa a los cauces estrictos una y mil veces vistos, sufridos y/o disfrutados en función de cada propuesta particular..."( "Perdona si te llamo amor": Qué bonito todo, José Arce. La Butaca.net)

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Comentario:

Según el Diario Público, no sólo Italia, sino también  Francia tienen  su propio fenómeno Federico Moccia que se llama Guillaume Musso, de treinta y cinco años, que ha escrito varias novelas de las que ha vendido siete millones de ejemplares en el mercado francés. Este joven escribe bet-sellers como Perdona si te llamo amor o Tengo ganas de tí, que Moccia ha llevado a la gran pantalla como guionista y director, sin soltar la batuta, ni abandonar al fruto de sus ensoñaciones. Un producto típicamente post-moderno, que responde a una generación que tiene más confianza en el pasado que en el futuro, según A.Hargreaves, un remedo de lo que pudo haber sido y no fue; la ciencia, la tecnología, el diseño..., libres de especulación, estaban preparados para proporcionar el bienestar de los ciudadanos de todo el mundo: casas amplias, bonitos divanes, libros, discos, ordenadores, coches para desplazarse, no demasiado grandes, buen gusto y vida placentera, ma non troppo. Pero como ocurrió en la década de los años veinte, los jets, las limusinas, la multiplicación de la propiedad de apartamentos por todo el orbe para unos cuantos avariciosos, acabó con este sueño universal.

Federico Moccia embellece e idealiza su historia. Alex tiene veinte años más que Niki, pero es diez veces más guapo que ella; vive en un amplio apartamento de Roma, bien montado pero dentro de lo que hubiera sido posible para la mayor parte de la población; viaja en un pequeño Mercedes, -en Roma no se ven coches grandes por la dificultad de excavar aparcamientos, acciones muy vigiladas por los arqueólogos e historiadores-, pero sus padres tienen un castillo antiguo en la orilla del mar; es publicista, pero se puede permitir abandonar su trabajo una temporada para vivir en un faro junto al mar, como un insignificante farero. Niki estudia en un instituto público, que tiene el lujo de llamarse 'Julio César'; sus padres  son unos pequeño-burgueses progres, ex-comuneros y okupas, que viven de acuerdo con sus principios, e incluso pueden iniciar un plan de pensiones para su hija con una pequeña inversión de quince mil euros. Hasta 2007 todos soñábamos con que esta utopía era posible, pero los hombres de Davos se han encargado de recordarnos quién es el amo del mundo: ese 1% que controla el 99% de la riqueza mundial,  y nos están obligando a replegarnos a las cavernas, endureciendo las condiciones, no para acceder a un pequeño Opel-Aguila o una Vespa, símbolo del ciudadano medio de la Ciudad Eterna, sino a los servicios básicos como el agua, la luz o la electricidad. La caída en el consumo está favoreciendo que en estados como Italia, Grecia, España o Portugal, (los pigs para los anglosajones) , la agricultura se esté convirtiendo en la actividad fundamental. Retrocedemos ochenta años.

Federico Moccia goza de una ventaja a su favor, la ciudad de Roma, y, a diferencia de Nanni Moretti (Caro Diario, 1993), un director mucho más cínico porque parte de una exigencia de equidad mayor, que nos pasea por la Urbe desconocida para viajeros y turistas, a bordo de su Vespa, se sirve de la belleza inigualable de la capital del mundo, y nos hace partícipes de lo que pudo haber sido y no fue, sin caer en moñadas y cursilerías, aunque sí en idealizaciones. Dice José Arce que si hubiera incidido en los problemas de la pareja, -como hace Giovani Veronessi en Manuale d'amore- , hubiera sido mas interesante narrativamente, y, quizás no le falte razón, pero Moccia pretende tocar la fibra de todos los optimistas antropológicos que circulan por el mundo, y lo cierto es que logra un instante fresco y de relax a sus espectadores, sin renunciar siquiera al triste canto de Amy Winthouse (Love is a losing game). Si les gusta Italia, claro está.

Si Fellini nos muestra esas noches romanas en las que las motos invaden la ciudad y se introducen en el Trastevere, Moccia nos muestra un deporte de riesgo de sus jóvenes, el bum-bum car, en el que coches de verdad juegan a destrozarse chocando. No queda claro quién paga la factura. Niki y sus amigas son como las Nikis europeas de una ciudad cualquiera, sin gustos ni gastos extravagantes.


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