La cabaña en el bosque. Drew Goddard
Ficha técnica:
Título original: The Cabin in the Woods.
País: Estados Unidos.
Año: 2011.
Duración: 105 minutos.
Dirección: Drew Goddard.
Guión : Joss Whedon.
Casting: Amy McIntyre y Anya Colloff.
Dirección de Fotografía: Peter Deming, A.S.C,
Música: David Julyan.
Edición: Lisa Lasser.
Co-productores.
Diseño de producción:
Productor manager: Mary Anne Waterhouse, Unit Production Manager: Jason Clark.
Producción: Joss Whedon.
Metro Goldwin Mayer (MGM), Lionsgate, Mutant Enemy Productions
Intérpretes:
Kristen Connolly: Dana,
Chris Hemsworth: Curt,
Anna Hutchison: Jules,
Fran Kranz: Marty,
Jesse Williams: Holden,
Richard Jenkins: Sitterson,
Brdley Whitford: Hadley,
Brian White : Truman
Sigourney Weaver: Directora.
Premio (Filmaffinity)s:
2012: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película de ciencia-ficción/terror.
Sinopsis :
Cinco jóvenes deciden pasar un fin de semana en una cabaña en el bosque, que ha adquirido el primo de uno de ellos. Instalados en el lugar, descubren un sótano, una especie de relicario de tiempos pasados, en el que se almacenan gran cantidad de objetos inquietantes con los que se suele aterrorizar al público, porque pertenecieron a personas que ya no están entre los vivos: carcolas, cajas de música, muñecos...Pero, a pesar de las apariencias, la realidad camina por otros derroteros bien diferentes.
Crítica:
Almudena Muñoz (La Butaca.net) ocontempla el film como " una crítica al abuso antes que al uso de los elementos del cine de horror, al paso de quien se conoce todos los giros y anticipa motivos antes de defraudar las malacostumbradas expectativas del espectador. La galería de personajes prototípicos, los sustos prefabricados y el comportamiento insistente e indestructible de los monstruos de turno son páginas de “Escoge tu propio camino”, al ritmo de un lector que se las sabe todas, que quiere recorrerlo todo y divertirse sin preocuparse por pasar miedo. Goddard no consigue asustar, aunque sus encuadres e iluminaciones sean idénticas a aquello que desmonta, y Whedon apuesta por una pirueta argumental que evoca el espíritu de 'American gods' de Neil Gaiman..."
Comentario:
The cabins in the woods es un film de terror muy sofisticado, cuya intrincada historia se ha querido asociar intelectualmente al cubo de Rubick, nexo que preside la propia imagen del cartel que vende el film. Presentada con un magnífico envoltorio, -buena fotografía, magníficas texturas...-, producto de un elevado presupuesto, algo inusual en el género de terror, producida y guionizada por Joss Whedon, y protagonizada por actores como Richard Jenkins, Chris Hemsworth y rubricada con la aparición puntual de Sigourney Weaver, supone una puesta en escena de una versión crítica e irónica de los tópicos y lugares comunes del género. El primer choque contra cualquier planteamiento racional es el hecho de que, cuando el coche en el que los jóvenes se desplazan hacia su fatal destino entra en un túnel, un ave rapaz (¿un águila?) choca contra algo invisible, que parece ser un cristal, que como consecuencia del impacto se fractura formando pequeños rombos.
Aparentemente asistimos a un experimento de reality show, que pagan clientes muy importantes,a los que el desarrollo de la trama irá desvelando, aunque ya muestran su disgusto por el estancamiento creativo estadounidense, algo que no valora adecuadamente el personal de la empresa que realiza apuestas relacionadas con las inicitativas que van tomando los protagonistas. Japón ha superado a su mentor americano y ocupa el primer puesto en la nueva era tecnológica, desbancados definitivamente los suecos en el desarrollo de este tipo de productos. Pero ubicados en el 'plató', una rustica cabaña, cableada de la forma más primitiva y chapucera, con espejos que permiten ver a quien se mueve en una habitación contigua, como los que vemos en los interrogatorios de comisarías de policías relativamente modestas, comprobamos que, como en un juego de rol, participan jugadores (marionetistas) locales, auténticos rednecks, capitaneados, a uno y otro lado de las cámaras, por una 'directora del juego', interpretada por Sigourney Weaver. Desde que se abre espontáneamente la trampilla que da acceso al sótano de la cabaña. todo comienza a convertirse en demasiado trillado y previsible, y la carnicería in crescendo acaba en tal degeneración visual, que como ocurre en todas las exageraciones, da más risa que miedo, efecto buscado por sus realizadores. La introducción en este universo digital y de reality show de la idea apocalíptica del fin del mundo propiciada por los grandes dioses de la historia funciona como una premonición sobre la debacle que espera a quien, abandonada la creación y la productividad, ensimismado y entregado al dinero fácil de las apuestas, inmersos en su quimera de beneficios sostenibles, no tienen la más mínima conciencia de que caminan hacia el fin de su propio mundo.¿Quiénes son los dioses americanos? La respuesta adecuada puede ser muy esclarecedora.
La ramera, el atleta y el estudiante son los primeros que deben perecer. La esperanza de vida de las vírgenes y los tontos es mayor. Todos ellos deben representar un espectáculo, dirigidos por unos marionetistas, ubicados in situ, para complacer a este cliente excepcional, el demiurgo que rige todo y que puede acabar con el mundo si se siente decepcionado. Un planteamiento que enlaza con el terror cósmico materialista de Lovecraft, aunque no se aparta del todo del terror satánico o fantasmal, con presencia notable no sólo de zombies, sino de bichos de toda calaña, habituales en las películas del género. Más dudoso resulta situarnos en el terreno del viaje a otras dimensiones: la cabaña y el centro de operaciones están conectados por cables, y se encuentran, al parecer, en la misma dimensión, a la par que la actuación de las víctimas está inducida maliciosamente por procedimientos tan groseros como derramar feromonas al paso de Dana y Curt y de este modo precipitar relaciones sxuales. La verdadera complejidad se halla en el subtexto en el que descansa la trama, un auténtico cubo de Rubik, nada fácil de interpretar.
Crítica:
Almudena Muñoz (La Butaca.net) ocontempla el film como " una crítica al abuso antes que al uso de los elementos del cine de horror, al paso de quien se conoce todos los giros y anticipa motivos antes de defraudar las malacostumbradas expectativas del espectador. La galería de personajes prototípicos, los sustos prefabricados y el comportamiento insistente e indestructible de los monstruos de turno son páginas de “Escoge tu propio camino”, al ritmo de un lector que se las sabe todas, que quiere recorrerlo todo y divertirse sin preocuparse por pasar miedo. Goddard no consigue asustar, aunque sus encuadres e iluminaciones sean idénticas a aquello que desmonta, y Whedon apuesta por una pirueta argumental que evoca el espíritu de 'American gods' de Neil Gaiman..."
Comentario:
The cabins in the woods es un film de terror muy sofisticado, cuya intrincada historia se ha querido asociar intelectualmente al cubo de Rubick, nexo que preside la propia imagen del cartel que vende el film. Presentada con un magnífico envoltorio, -buena fotografía, magníficas texturas...-, producto de un elevado presupuesto, algo inusual en el género de terror, producida y guionizada por Joss Whedon, y protagonizada por actores como Richard Jenkins, Chris Hemsworth y rubricada con la aparición puntual de Sigourney Weaver, supone una puesta en escena de una versión crítica e irónica de los tópicos y lugares comunes del género. El primer choque contra cualquier planteamiento racional es el hecho de que, cuando el coche en el que los jóvenes se desplazan hacia su fatal destino entra en un túnel, un ave rapaz (¿un águila?) choca contra algo invisible, que parece ser un cristal, que como consecuencia del impacto se fractura formando pequeños rombos.
Aparentemente asistimos a un experimento de reality show, que pagan clientes muy importantes,a los que el desarrollo de la trama irá desvelando, aunque ya muestran su disgusto por el estancamiento creativo estadounidense, algo que no valora adecuadamente el personal de la empresa que realiza apuestas relacionadas con las inicitativas que van tomando los protagonistas. Japón ha superado a su mentor americano y ocupa el primer puesto en la nueva era tecnológica, desbancados definitivamente los suecos en el desarrollo de este tipo de productos. Pero ubicados en el 'plató', una rustica cabaña, cableada de la forma más primitiva y chapucera, con espejos que permiten ver a quien se mueve en una habitación contigua, como los que vemos en los interrogatorios de comisarías de policías relativamente modestas, comprobamos que, como en un juego de rol, participan jugadores (marionetistas) locales, auténticos rednecks, capitaneados, a uno y otro lado de las cámaras, por una 'directora del juego', interpretada por Sigourney Weaver. Desde que se abre espontáneamente la trampilla que da acceso al sótano de la cabaña. todo comienza a convertirse en demasiado trillado y previsible, y la carnicería in crescendo acaba en tal degeneración visual, que como ocurre en todas las exageraciones, da más risa que miedo, efecto buscado por sus realizadores. La introducción en este universo digital y de reality show de la idea apocalíptica del fin del mundo propiciada por los grandes dioses de la historia funciona como una premonición sobre la debacle que espera a quien, abandonada la creación y la productividad, ensimismado y entregado al dinero fácil de las apuestas, inmersos en su quimera de beneficios sostenibles, no tienen la más mínima conciencia de que caminan hacia el fin de su propio mundo.¿Quiénes son los dioses americanos? La respuesta adecuada puede ser muy esclarecedora.
La ramera, el atleta y el estudiante son los primeros que deben perecer. La esperanza de vida de las vírgenes y los tontos es mayor. Todos ellos deben representar un espectáculo, dirigidos por unos marionetistas, ubicados in situ, para complacer a este cliente excepcional, el demiurgo que rige todo y que puede acabar con el mundo si se siente decepcionado. Un planteamiento que enlaza con el terror cósmico materialista de Lovecraft, aunque no se aparta del todo del terror satánico o fantasmal, con presencia notable no sólo de zombies, sino de bichos de toda calaña, habituales en las películas del género. Más dudoso resulta situarnos en el terreno del viaje a otras dimensiones: la cabaña y el centro de operaciones están conectados por cables, y se encuentran, al parecer, en la misma dimensión, a la par que la actuación de las víctimas está inducida maliciosamente por procedimientos tan groseros como derramar feromonas al paso de Dana y Curt y de este modo precipitar relaciones sxuales. La verdadera complejidad se halla en el subtexto en el que descansa la trama, un auténtico cubo de Rubik, nada fácil de interpretar.
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