El hombre elefante. David Lynch
Ficha técnica:
Título original: The elephant man.
País: EE.UU.
Año: 1980.
Duración; 124 minutos.
Dirección: David Lynch.
Guión: Christopher de Vore, Eric Bergren y David Lynch, basado en la obra de Sir Frederick Treves.
Casting: Maggie Cartier.
Director de Fotografía: Freddie Francis.
Director artístico: Bob Cartwright.
Producción: Jonathan Sanger.
Diseño de producción: Stuart Craig.
Productor ejecutivo: Stuart Cornfeld.
Edición: Anne V.Coates.
Música: John Morris.
Vestuario: Patricia Norris.
Diseño del hombre-elefante: CChristopher Tucker.
Maquillaje : Michael Morris, Beryl Lerman, Wally Schneiderman.
Efectos especiales: Graham Longhurst.
Brooksfilms Production
Intérpretes:
Anthony Hopkins: Frederick Treves,
John Hurt: John Merrick,
Anne Bancroft: Mrs. Kendal,
John Gielgud: Carr Gomm,
Wendy Hiller: Mothershead,
Freddie Jones: Bytes,
Michael Elphic: Night Porter,
Hannah Gordon: Mrs. Treves.
Helen Ryan : Princess Alex.
John Standing: Fox.
Dexter Fletcher: Byte's Boy.
Lesley Dunlop: Nora.
Phoebe Nicholls: Merrick's Mother
Pat Gorman: Fairground Bobby.
Sinopsis:
John Merry (John Hurt) es severamente deformado al nacer por una extraña enfermedad. Su cara, groseramente deformada, muestra los rasgos de un elefante. Atrapado en un espectáculo ambulante de criaturas deformes, Merrick sufre el tormento de ser un desecho de la sociedad, hasta que un joven cirujano, el doctor Frederick Treves ( Sir Anthony Hopkins) le rescata. A medida que el enternecedor relato se va desarrollando, Treves descubre que tras la monstruosa fachada de Merrick yace un hombre amable y apacible.
Comentario.
David Lynch realiza el film más revulsivo y revolucionario de la historia del cine, en la que el espectador acaba sintiendo una inmensa vergüenza de pertenecer a la especie humana. Salvo unos pocos que utilizan su cerebro para hacer avanzar la ciencia o crear belleza, son demasiados los que aprovechan las debilidades de sus congéneres para explotarlos con fines económicos y desahogarse y vengarse de sus pequeñas miserias. El talón de Aquiles de John Merry son sus tremendas deformidades físicas, que le ha convertido en un fenómeno de feria junto a otros friquis y sólo la muerte le permitirá disfrutar de un sueño como el de los demás mortales, tras mirar el retrato de su madre, a la que le han hecho creer que violó un elefante.
Al circo de los miserables e ignorantes, que están a un paso de sufrir su misma suerte, sigue el espectáculo de la ciencia y el mismo placer inconfesable de las clases altas de gozar del espectáculo en exclusiva, sin mezclarse con la 'chusma', que sabe que lo es y ni tan siquiera se molesta por los desprecios de que es objeto. Su venganza consiste en humillar al que cree que está por debajo de él, y lo hace con verdadera saña. Esta cuestión plantea problemas morales al doctor Treves, cuestionándose si en demasiados ocasiones la ciencia se convierte en el mismo circo; esta reflexión, corriente en el cine, es objeto de un tratamiento irónico y muy ácido, pero a la vez magistral y divertido , en El jovencito Frankenstein de Mel Brooks.
Lynch, un cineasta que se adentra con frecuencia en el mundo de los sueños, basa el film en el hecho de que el hombre nunca puede ver su rostro, por lo que dependen del juicio y la aprobación de los demás, lo que es la causa de la mayor parte de sus inquietudes y pesadillas. Merry conoce la reacción que provoca, y se tapa la cara cuando debe mezclarse con los demás, por lo que la actitud del guardián del hospital es la más cruel de todas, al obligarle a mirarse en el espejo y ver su imagen reflejada, provocando una reacción muy diferente a la que sintió Narciso, cuando vió su por primera vez su rosto en el agua; este personaje miserable no sólo se contenta con explotar económicamente a su víctima y someterla a todo tipo de torturas, sino que sólo sacia su deseo de hacer daño hundiéndo psicológicamente a su víctima.
El director nos hace estremecer con una imagen horrenda,presente casi de forma permanente en la pantalla, con la que nos acabamos familiarizando y sintiendo como un ser cada vez más cercano al público, capaz de amar, de sentir la belleza, pero que sólo encontrará el descanso en la muerte, que le llevará en sus sueños junto a la madre deseada. Cualquier cambio de ubicación, ya sea el circo, el hospital, un barco o el metro, le servirán para aprender que en todos los sitios es rechazado, aunque cambien las maneras. La visita al teatro, acompañado de los seres más cercanos a él, (el médico y su esposa, las enfermeras y cuidadoras...), le sirve a David Lynch para hacer una puesta en escena de la hipocresía de una burguesía caritativa, que gana puntos para ir al cielo, a costa del pobre desgraciado. Sólo el médico y su enfermera tienen problemas de conciencia.
124 minutos de dolor, acompañados de una profunda reflexión sobre lo que somos y lo que representamos para los demás. Alguien ha dicho en más de una ocasión que el hombre envejece pero sólo advierte los cambios cuando se mira al espejo. La criatura de Lynch es sobrecogedora, pero tarde o temprano el hombre sentirá el rechazo que produce la vejez o la enfermedad, y recordará lo que le hizo sentir el creador de El hombre elefante, Una leyenda entre los títulos de crédito nos recuarda que se basa en un hecho real y no en la obra de Sir Frederick Treves. Ahí queda.
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