Acero puro.Shawn Levy.
Fotografía cedida por BMA House a cinelodeon.com
Ficha técnica:
Título original: Real steel.
País: EE.UU.
Año: 2011.
Duración: 126 minutos
Dirección: Shawn Levy.
Guión: Leslie Bohem, John Gatins, Dan Gilroy, Jeremy Leven (Historia corta: Richard Matheson).
Música: Danny Elfman.
Director de Fotografia: Mauro Fiore.
Diseño de producción: Tony Meyer.
Montaje: Jean Zimmerman
Productora: DreamWorks, Imagemovers, Angry Films, 21 Laps Entertainment.
Intérpretes:
Hugh Jackman: Charlie Kenton,
Dakota Goyo: Max Kenton,
Evangeline Lilly: Bailey Tallef,
Anthony Mackie: Finn,
Kevin Durand: Ricky,
Hope Davis: Tia Debra,
James Rebhorn: Marvin,
Marco Ruggeri: Cliff,
Karl Yune: Tak Mashido,
Olga Fonda: Fara Lemkova,
John Gatins: Kingoin.
Sinopsis.
Una audaz y estremecedora película de acción
ambientada en un futuro cercano, en el que el boxeo se ha transformado
en un deporte de alta tecnología. Charlie Kenton, un boxeador fracasado
que pierde la posibilidad de ganar un título cuando poderosos robots de
90 kilos y más de dos metros de altura comienzan a competir.
Convertido en un promotor de poca monta, Charlie sobrevive ensamblando
robots de bajo costo, a los que apunta en peleas del circuito amateur.
Finalmente, cuando esta situación toca fondo, Charlie se asocia con su
casi desconocido hijo Max para construir y entrenar a un auténtico robot
campeón.
A medida que suben las apuestas en la brutal arena en la que todo vale,
Charlie y Max, contra todos los pronósticos, tendrán una última
oportunidad de triunfar.
Crítica.
En manos de Steven Spielberg, auténtico responsable en la sombra de esta versión, el cuento corto de Richard Matheson se ha convertido en una alegoría menos inocente de lo que puede parecer a simple vista. Ambientada en un contexto povera de cemento, naves industriales oxidadas, y lugares comunes del boxeo, en los que los desposeidos buscan fortuna, con referencias a Rocky de John J.Avidsen o al Campeón de Zefffirelli, adquiere un carácter premonitorio de lo que nos espera si seguimos sosteniendo una política neoliberal impuesta por los mercados y las agencias de rating. (Tonio L.Alarcón).
La solución no está en la fe en una sociedad de las oportunidades en la que miles de familias se hipotecaron, como Charli hace para comprar unos robots, que no son rentables económicamente, y que les impiden moverse, sino reventar el sistema mediante la unión de los trabajadores, mensaje altamente revolucionario para una película de vocación comercial. Con todos estos materiales, falla especialmente Levy, un director al que la crítica tacha de flojo, (Night at the Museum, The Pink Panther o Date Night), descansando en último extremo el film en los actores , especialmente en Hugh Jackman y Evangeline Lilly.
Una nueva aportación a la comprensión del cataclismo global que estamos padeciendo, esta vez centrada en las aspiraciones individuales de hombres que deciden hacer frente en solitario a su destino, pero que pueden acabar muriendo en el intento. Se acusa a Spielberg de no haber puesto al frente del proyecto a un director con más fuerza y carisma.
El film supone una puesta en valor de lo humano, a cuyo servicio debe ponerse la tecnología y no al revés. Atom contra Zeus, un ex-boxeador y su pequeño e inocente hijo contra la alta tecnología de los videojuegos y el control remoto por ordenador. Ambos entrenan, enseñándole los movimientos del hombre al futuro 'campeón del pueblo', a la máquina más humana y cochambrosa, capaz de imitarlos; toda la estrategia y los conocimientos del hombre al servicio del ordenador. Robots controlados manualmente, dice Charli, ¡Esto es la vida!. Final en el que explosiona toda la emoción que Spielberg sabe transmitir, y en el que lo que más importa no es ganar una competición en una sociedad de las pseudo-oportunidades, sino recomponer los pedazos de las relaciones humanas rotas. No se vuelve la espalda a la tecnología, los protagonistas compiten con su robot, sino de salvaguardar el libre albedrío del hombre y dar esperanza a los más desfavorecidos de que tienen la oportunidad de ganar.
El film supone una puesta en valor de lo humano, a cuyo servicio debe ponerse la tecnología y no al revés. Atom contra Zeus, un ex-boxeador y su pequeño e inocente hijo contra la alta tecnología de los videojuegos y el control remoto por ordenador. Ambos entrenan, enseñándole los movimientos del hombre al futuro 'campeón del pueblo', a la máquina más humana y cochambrosa, capaz de imitarlos; toda la estrategia y los conocimientos del hombre al servicio del ordenador. Robots controlados manualmente, dice Charli, ¡Esto es la vida!. Final en el que explosiona toda la emoción que Spielberg sabe transmitir, y en el que lo que más importa no es ganar una competición en una sociedad de las pseudo-oportunidades, sino recomponer los pedazos de las relaciones humanas rotas. No se vuelve la espalda a la tecnología, los protagonistas compiten con su robot, sino de salvaguardar el libre albedrío del hombre y dar esperanza a los más desfavorecidos de que tienen la oportunidad de ganar.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario aquí!