Mallrats. Kevin Smith.









Ficha técnica:


Título original: Mallrats.
País: EE.UU.
Año: 1996.
Duración: 97 minutos.
Guión y dirección: Kevin Smith.
Director fotografía: David Klein.
Música: Ira Newborn.
Vestuario: Dana Allyson.
Casting: Don Phillips.
Manager de producción (Line producer) : Laura Greenlee.
Edición: Paul Dixon, A.C.E.
Diseño de producción: Dina Lipton.
Productores: James Jack.
Sean Daniel: Scott Mosier.
Compañías: Gramercy Pictures, Alphaville Production & View Productions.


Ficha artística:


Shannen Doherty.
Jeremy London.
Jason Lee.
Claire Forlani.
Ben Affleck.
Joey Lauren Adams.
René Humphrey.
Jason Mewes.
Ethan Suplee.
Stan Lee.
Priscilla Barnes.
Michael Rooker.


Sinopsis:


Dos vagos, interpretados por Jeremy London y Jason Lee, pasan su tiempo en el centro comercial de su pueblo, hasta que sus npovias leas abandonan por motivos diferentes, aunque relacionados con su forma de ser. Sin motivación alguna pasan el tiempo comiendo y lamentándose y deciden recuperar a sus parejas con la ayuda de un par de delincuentes de poca monta: Bob 'El Silencioso' (Kevin Smith) y Jay (Jason Mewes).


Comentario:


A modo de preámbulo que anticipa el tono vital que va a representar el film, una especie de monólogo define mejor que nada a la generación que representan Brodie y T.S.: " Un día a mi primo Walter se le quedó un gato atascado en el culo. De verdad. Lo compró en el centro comercial del pueblo y por eso salió la noticia en los diarios locales. Resultó muy embarazoso para toda la familia, pero a la semana siguiente lo volvió a hacer. Otro gato y con los mismos resultados; otro viaje a urgencias. Una semana después me lo encontré comprando otro gato y le fije: "Dios, Walt, ¿qué haces?". "Vas a terminar con otro gato en el culo. ¿Por qué no paras ya?". Me contestó: "Brodie, ¿Cómo voy a sacarme entonces el hámster?"." Mi primo es tu tipo raro". Este monólogo ácido, irónico y sarcástico, define a la generación que retrata Kevin Smith, una especie de testigo de su tiempo, que siempre observa y nunca habla, que ha sido llamada peyorativamente de todas las formas posibles (Generación Perdida, NINJA...) para etiquetar a unos jóvenes a los que el mundo parece haber dejado atrás.


Nacidos en la década de los setenta, en un mundo pletórico de esperanzas y confiado en un desarrollo sostenible, cuya imaginación fomentaron la cultura del cómic y los iconos cinematográficos de sagas creadas por cineastas como George Lucas y posteriormente Peter Jackson, ven de pronto que este universo se tambalea y ellos se encuentran como el sandwich de Persiguiendo a Amy, entre dos generaciones muy competitivas y pragmáticas, que cifran sus ilusiones en ganar dinero y acceder a lo que ahora se sabe que ha sido la cultura de la deudocracia. Empiezan a sentirse desplazados, sin un lugar, un trabajo, un sueldo y sin la posibilidad de cobrar una pensión en el futuro (Gordon Gekko: Saga de Oliver Ston, Wall Street).


Tienen el encanto especial de haber recibido una buena formación, en el que madres que accedían a un nuevo estatus social jugaron un gran papel, y de haberse integrado sin prejuicio en la cultura que nacía en la década de los setenta, que generó los mitos de la sociedad moderna. En las películas de Kevin Smith, estos jóvenes, cuya inadaptación y continua adolescencia, reune con los de la generación siguiente (gente entre 17 y 25 años), se dividen entre seguidores de la trilogía de La Guerra de las Galaxias y la de El Señor de los anillos, que son su Rosebud, el símbolo proustiano de su infancia perdida. La Historia necesita perspectiva para ser entendida, y todavía hoy no sé esconsciente de lo que supuso la irrupción en el cine, en la forma y en el fondo, de la obra de Lucas, su modernidad y vanguardismo frente a todo lo que se estaba haciendo en ese momento, con profundas raíces en la cultura clásica y los mitos anglosajones. En uno de los materiales extra de La Guerra de las Galaxias, la cámara recorre la biblioteca de George Lucas y se detiene ante La Guerra de las Galias (De bello gallico) de Julio César; el director comprendió y supo ejecutar, adaptándolo a sus utopías-distópicas, el espíritu que anidaba en las tragedias clásicas, poniendo entre él y el espectador el extrañamiento privado de emociones que las define.


De forma implícita las comedias de Kevin Smith, provocativas y a veces escatológicas, esconden cierta amargura, propia de su generación: la incomprensión general hacia una entrañable amistad entre seres humanos del mismo sexo, que necesariamente debe esconder algo, y el egoísmo con que algunos se blindan de incursiones externas. Al mismo tiempo muestra la fragilidad de las mentes inseguras, muy vulnerables a la generación de monstruos desde el exterior, que necesitan devaluar ciertos valores que amenazan su aparente equilibrio y solidez. Siempre hay un personaje, generalmente interpretado por Ben Affleck, que interpreta este papel de hombre despectivo, 'triunfador', pero a la vez cargado de prejuicios y resentimientos, al que le resultan muy incómodos estos jóvenes vagos, desorientados y ...creativos, que acaban ganándole la batalla.


Hoy Kevin Smith, 'Bob 'El silencioso', amenaza con dejar el cine. Un gordo, al que se impidió subir a un avión por exceso de peso, que dedica su primera secuencia de Mallrats, a una joven que iba a participar en un programa televisivo y murió haciendo piscinas para adelgazar en una noche, porque T.S. le había dicho que en la pantalla pareces más grueso/a, desconociendo que ella había sido una niña con sobrepeso. En medio de esa broma continua que son sus películas se pueden vislumbrar los fantasmas que acompañan a su generación: esteticismo, inadaptación, temor a caer en la pobreza, la enfermedad e incluso la muerte, sin haber logrado un puesto en este mundo.

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