El talento de Mr. Ripley. Anthony Minghella.
Ficha técnica:
Título original: The Talented Mr. Ripley.
País: USA.
Año: 1999.
Duración: 133 minutos.
Dirección: Anthony Minghella.
Guión: Anthony Minghella, basado en la novela homónima de Patricia Highsmith.
Casting: David Rubin, C.S.A.
Música: Gabriel Yared.
Director de Fotografía: John Seale, A.C.S., A-S.C.
Edición: Walter Murch, A.C.E.
Vestuario: Ann Roth & Gary Jones.
Manager: Alessandro Von Normann.
Productores: William Horberg, Tom Seternberg. Productores asociados: Steve Andrews.
Productor ejecutivo: Sydney Pollack .
Co-Productor: Paul Zaent.
Compañías: Paramount Pictures, iramax, Viacom Films, Mirage Enterprisses, Timnick Film Productions, Anthony Minghella Film. Video: Emon Home Entertainment.
Intérpretes: Matt Damon: Tom Ripley.
Jude Law: Herbert Richard Greenleaf Jr. (Dick)
Gwyneth Patrol: Marge Sherwood.
Cate Blanche: Meredith Randall.
Philip Seymor Hofmann: Freddie.
Jack Davenport: Robert.Premios:
1999: 5 nominaciones al Oscar, incluyendo actor secundario (Law), guión vestuario y música
1999: 5 nominaciones al Globo de Oro, incluyendo Mejor director, película drama y bso
1999: BAFTA: Mejor actor secundario (Jude Law). 7 nominaciones
1999: 2 premios National Board of Review: Mejor director y actor secundario (Hoffman)
Sinopsis.
1999: 5 nominaciones al Globo de Oro, incluyendo Mejor director, película drama y bso
1999: BAFTA: Mejor actor secundario (Jude Law). 7 nominaciones
1999: 2 premios National Board of Review: Mejor director y actor secundario (Hoffman)
Sinopsis.
Ser feliz y despreocupado enlas idílicas y azules aguas de la soleada costa italiana de los años 50, es la dolce vita que ans Tom Ripley y que vive un joven y rico playboy llamado Dickie. El padre de Dickie, propietario de una importante naviera, le pide a Tom que traiga a su hijo de regreso a los Estados Unidos, lo que desencadena una historia de pasiones sin límite.
Comentario.
Un buen elenco de actores, un director eficaz, apoyado por Sidney Pollack en la producción y una historia basada en una novela de Patricia Highsmith, contribuyen a crear un buen film, que fue bien recibido por la crítica y el público, con algún que otro reparo referido a la adaptación del personaje literario. Tom Ripley y Herbert Richard Greenleaf son el haz y el envés de las clases dominantes de la sociedad actual, de sus dos orillas, resumida en un pensamiento que verbaliza Tom ante su 'amigo' Robert: "Siempre he pensado que era mejor ser alguien falso que un don nadie de verdad";esta reflexión constituye el background de la cultura occidental, que va construyendo zonas oscuras, repletas de secretos inconfesables, en las mentes de los más desempoderados económicamente, como la ocultación de la Universidad en que se han realizado los estudios, el trabajo que se realiza en la vida, la profesión de los padres..., con el único objetivo de no ser minusvalorados. Tom deja correr el equívoco de que era ex-alumno de Princeton, lo que no pasa desapercibido a Dick, que reconoce los hábitos de sus compañeros.
Ya desde los títulos de crédito la fragmentación de las pantallas con diversos procedimientos (color, división en franjas, sobreimpresiones...) es un reflejo de las múltiples máscaras tras las que se esconde la auténtica personalidad de Tom; más tarde, en momentos climáticos se irán introduciendo elementos más convencionales como los espejos. En la primera secuencia el protagonista interpreta en un escenario una pieza clásica, contratado por un joven, antiguo estudiante de Princeton, que se ha roto un brazo lo que le incapacita temporalmente para el ejercicio de este oficio. De este modo conoce al padre de Dick, que , confundiéndolo con un antiguo compañero de su hijo, le encarga que vaya a Europa, con los gastos pagados, con el objetivo de devolver a Estados Unidos a su hijo, ante la enfermedad irreversible de su esposa. Ripley siente una profunda aversión por el joven, criado en una vida muelle, antipatía que traslada a su afición por el jazz, música que no soporta.
Tom se presenta ante Dick en Mongibello como un simulador y suplantador de personalidades, y pone las cartas boca arriba, lo que hace mucha gracia al joven millonario y vividor. Poco a poco se irá enamorando de él, interpretando mal las liberalidades del que se define como parte de la flor y la nata de Norteamérica, rica y 'grasienta', que lo ha probado todo y no ha saboreado nada. La conjunción de ambas personalidades, dotadas de falsedad y zonas muy oscuras, precipita la tragedia.
Tom se desenvuelve muy bien en una sociedad que tiene muchos trapos sucios que esconder, entre otros el violento carácter del afable y maravilloso Dick, enviado a Europa tras apalear a un compañero en la Universidad, al que ha dejado lisiado de por vida; la necesidad hace frío y calculador al falsificador de personalidades de jóvenes muy simples y transparentes, lo que los convierte en muy vulnerables a los zarpazos del cazador, que inventa nuevas máscaras ante cada situación. La contrapartida es permanecer para siempre en la zona oscura, sin permitir que la luz y el aire fresco destruyan las máscaras que ha ido fabricando y tras las que se oculta. Juega a su favor la opacidad de la clase alta americana, escondida tras sus propios antifaces y dispuesta a compensar con dinero el silencio del testigo enojoso, aún a costa de no hacer justicia a uno de los suyos. Las dos caras de una misma moneda con que paga la hipocresía social.
Tom, intérprete de música clásica, simula (una vez más) ser entusiasta del jazz, que practica modestamente Dick. Producida la tragedia, acude a la ópera con Meredith, y lágrimas procedentes de su 'auténtico' ego, se deslizan por su cara mientras escucha el aria de Lenski, de Eugene Oneguin de Chaikovski, basada en una novela homónima de Pushkin, que reproduce su situación. Otro de los referentes del film.
Ya desde los títulos de crédito la fragmentación de las pantallas con diversos procedimientos (color, división en franjas, sobreimpresiones...) es un reflejo de las múltiples máscaras tras las que se esconde la auténtica personalidad de Tom; más tarde, en momentos climáticos se irán introduciendo elementos más convencionales como los espejos. En la primera secuencia el protagonista interpreta en un escenario una pieza clásica, contratado por un joven, antiguo estudiante de Princeton, que se ha roto un brazo lo que le incapacita temporalmente para el ejercicio de este oficio. De este modo conoce al padre de Dick, que , confundiéndolo con un antiguo compañero de su hijo, le encarga que vaya a Europa, con los gastos pagados, con el objetivo de devolver a Estados Unidos a su hijo, ante la enfermedad irreversible de su esposa. Ripley siente una profunda aversión por el joven, criado en una vida muelle, antipatía que traslada a su afición por el jazz, música que no soporta.
Tom se presenta ante Dick en Mongibello como un simulador y suplantador de personalidades, y pone las cartas boca arriba, lo que hace mucha gracia al joven millonario y vividor. Poco a poco se irá enamorando de él, interpretando mal las liberalidades del que se define como parte de la flor y la nata de Norteamérica, rica y 'grasienta', que lo ha probado todo y no ha saboreado nada. La conjunción de ambas personalidades, dotadas de falsedad y zonas muy oscuras, precipita la tragedia.
Tom se desenvuelve muy bien en una sociedad que tiene muchos trapos sucios que esconder, entre otros el violento carácter del afable y maravilloso Dick, enviado a Europa tras apalear a un compañero en la Universidad, al que ha dejado lisiado de por vida; la necesidad hace frío y calculador al falsificador de personalidades de jóvenes muy simples y transparentes, lo que los convierte en muy vulnerables a los zarpazos del cazador, que inventa nuevas máscaras ante cada situación. La contrapartida es permanecer para siempre en la zona oscura, sin permitir que la luz y el aire fresco destruyan las máscaras que ha ido fabricando y tras las que se oculta. Juega a su favor la opacidad de la clase alta americana, escondida tras sus propios antifaces y dispuesta a compensar con dinero el silencio del testigo enojoso, aún a costa de no hacer justicia a uno de los suyos. Las dos caras de una misma moneda con que paga la hipocresía social.
Tom, intérprete de música clásica, simula (una vez más) ser entusiasta del jazz, que practica modestamente Dick. Producida la tragedia, acude a la ópera con Meredith, y lágrimas procedentes de su 'auténtico' ego, se deslizan por su cara mientras escucha el aria de Lenski, de Eugene Oneguin de Chaikovski, basada en una novela homónima de Pushkin, que reproduce su situación. Otro de los referentes del film.
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