La naranja mecánica. Stanley Kubrick.
La naranja mecánica es un paradigma del uso del metalenguaje cinematográfico para hacer una reflexión sobre la violencia en el cine, reflejo de la sociedad. Stanley Kubrick intenta despertar los peores monstruos del espectador para demostrarle que al fin y al cabo la violencia también reside en él, y lo hace torturándole psicológicamente con imágenes especulares, como hacen las instituciones con Alex Douglas.
Personajes histriónicos, doblaje espantoso, agobiantes decorados pops multicolores, grandes angulares y ojos de buey, crean un ambiente agobiante desde el principio. Pero Kubrick hace trampas y son muy peligrosas. El propio actor Malcolm McDowell no se ha podido librar jamás del estigma de este papel; siempre veremos en él a Alex Douglas.
Una de las trampas más truculentas de Kubrick es atribuir a Alex una violencia, podríamos decir genética, frente a una sociedad que simplemente aparenta civilidad pero que en el fondo es tan violenta como él, o incluso peor, pues su maldad es calculada. Ubica al protagonista en una casa municipal de un suburbio, es decir una vivienda subvencionada, moderna, en la que lo único ' íncorrecto' son los vecinos; el joven dispone de una habitación propia muy bien dotada de todo lo que un chico de su edad se rodea: cientos de 'vinilos', aparatos reproductores de música, máquinas de escribir, posters, e incluso cerradura de su habitación con clave secreta...y unos padres atemorizados, vestidos patéticamente a la moda. No es pues la miseria o la violencia estructural de que habla Johan Galtung en su triángulo de la violencia la que lo condiciona. Es algo más profundo: ¿la lucha por el poder, a la que suman al violento Alex? ¿La lucha del individuo frente a la colectividad?
Las víctimas de Alex y su banda de drugos merecen la violencia de que son objeto: el mendigo 'defensor' de la ley y el orden, que posteriormente llevarían a la pantalla los Monty Python en La vida de Brian, el matrimonio 'intelectual' y elitista que vive en una casa de diseño o la dueña de una casa de reposo, rodeada de gatos y obras de arte, entre ellas un enorme pene que el protagonista usará como arma. La trampa del cineasta consiste en que si el espectador acepta la justicia o la venganza, que al fin y al cabo no dejan de ser lo mismo, se enrola en el mundo de los violentos.
Kubrick utiliza todos los recursos visuales disponibles para hacer atractiva esta trampa. Comienza con una pantalla roja que nos conduce al bar lácteo Korova, tan blanco como la leche, en el que mesas y sillas son figuras de mujeres desnudas, también blancas, con pelucas de colores. Blancos son los uniformes de los drugos, rematados con sombreros negros de copa y 'pijoteras' (término que utiliza con profusión el protagonista ). Violencia ambientada con música clásica, especialmente el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven y esteticismo en la caracterización de Alex, con su ojo maquillado y adornado con pestañas postizas que se ha incorporado al imaginario colectivo. La banda de Billy Boy, que aparece intentando violar a una mujer, en una especie de representación teatral, es mucho más oscura en su representación.
Cantando bajo la lluvia (imagen emblemática del cine), Bethowen, agresiva indumentaria de la banda, que actúa bajo los efectos de la leche combinada con drogas, son elementos que ejercen un poder de atracción y sugestión sobre los jóvenes, generación tras generación. Mezcla repugnante de lo lúbrico y lo sagrado (serpiente, símbolo de lo masculino), cristos desnudos, curas hablando de libre albedrío, milicientas corruptos (policía) y médicos que se dedican a sus juegos sexuales, desatendiendo a los pacientes, completan el cuadro. El consumo de estupefacientes no muestra el lado oscuro y la degradación física del consumidor, propia del cine actual, sino que en todo momento el adicto aparece con gran fortaleza física y dotado de la voluntad de dañar al prójimo por diversión.
La curación de este ser asocial se lleva a cabo con procedimientos violentos, Técnica Ludovico, bajo el amparo de la Ley, mediante la proyección de imágenes cinematográficas en las que reina la violencia, y estentórea música de Beethoven, y sus connotaciones nazis. Cine usado como tortura para un espectador que no puede cerrar los ojos, atado a su silla e inmovilizado (mito de la caverna de Platón), asociando la violencia que contempla con su propio entorno traumático.
Personajes histriónicos, doblaje espantoso, agobiantes decorados pops multicolores, grandes angulares y ojos de buey, crean un ambiente agobiante desde el principio. Pero Kubrick hace trampas y son muy peligrosas. El propio actor Malcolm McDowell no se ha podido librar jamás del estigma de este papel; siempre veremos en él a Alex Douglas.
Una de las trampas más truculentas de Kubrick es atribuir a Alex una violencia, podríamos decir genética, frente a una sociedad que simplemente aparenta civilidad pero que en el fondo es tan violenta como él, o incluso peor, pues su maldad es calculada. Ubica al protagonista en una casa municipal de un suburbio, es decir una vivienda subvencionada, moderna, en la que lo único ' íncorrecto' son los vecinos; el joven dispone de una habitación propia muy bien dotada de todo lo que un chico de su edad se rodea: cientos de 'vinilos', aparatos reproductores de música, máquinas de escribir, posters, e incluso cerradura de su habitación con clave secreta...y unos padres atemorizados, vestidos patéticamente a la moda. No es pues la miseria o la violencia estructural de que habla Johan Galtung en su triángulo de la violencia la que lo condiciona. Es algo más profundo: ¿la lucha por el poder, a la que suman al violento Alex? ¿La lucha del individuo frente a la colectividad?
Las víctimas de Alex y su banda de drugos merecen la violencia de que son objeto: el mendigo 'defensor' de la ley y el orden, que posteriormente llevarían a la pantalla los Monty Python en La vida de Brian, el matrimonio 'intelectual' y elitista que vive en una casa de diseño o la dueña de una casa de reposo, rodeada de gatos y obras de arte, entre ellas un enorme pene que el protagonista usará como arma. La trampa del cineasta consiste en que si el espectador acepta la justicia o la venganza, que al fin y al cabo no dejan de ser lo mismo, se enrola en el mundo de los violentos.
Kubrick utiliza todos los recursos visuales disponibles para hacer atractiva esta trampa. Comienza con una pantalla roja que nos conduce al bar lácteo Korova, tan blanco como la leche, en el que mesas y sillas son figuras de mujeres desnudas, también blancas, con pelucas de colores. Blancos son los uniformes de los drugos, rematados con sombreros negros de copa y 'pijoteras' (término que utiliza con profusión el protagonista ). Violencia ambientada con música clásica, especialmente el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven y esteticismo en la caracterización de Alex, con su ojo maquillado y adornado con pestañas postizas que se ha incorporado al imaginario colectivo. La banda de Billy Boy, que aparece intentando violar a una mujer, en una especie de representación teatral, es mucho más oscura en su representación.
Cantando bajo la lluvia (imagen emblemática del cine), Bethowen, agresiva indumentaria de la banda, que actúa bajo los efectos de la leche combinada con drogas, son elementos que ejercen un poder de atracción y sugestión sobre los jóvenes, generación tras generación. Mezcla repugnante de lo lúbrico y lo sagrado (serpiente, símbolo de lo masculino), cristos desnudos, curas hablando de libre albedrío, milicientas corruptos (policía) y médicos que se dedican a sus juegos sexuales, desatendiendo a los pacientes, completan el cuadro. El consumo de estupefacientes no muestra el lado oscuro y la degradación física del consumidor, propia del cine actual, sino que en todo momento el adicto aparece con gran fortaleza física y dotado de la voluntad de dañar al prójimo por diversión.
La curación de este ser asocial se lleva a cabo con procedimientos violentos, Técnica Ludovico, bajo el amparo de la Ley, mediante la proyección de imágenes cinematográficas en las que reina la violencia, y estentórea música de Beethoven, y sus connotaciones nazis. Cine usado como tortura para un espectador que no puede cerrar los ojos, atado a su silla e inmovilizado (mito de la caverna de Platón), asociando la violencia que contempla con su propio entorno traumático.
En el film hay una referencia al escritor del relato, Anthony Burgess, en el personaje de F. Alexander, un escritor que estaba escribien su obra La Naranja Mécanica, cuando Alex y sus drugos irrumpieron en su casa, lo golpearon brutalmente y luego violaron en grupo a su esposa, que murió poco después a causa de las agresiones. Años después , estando inválido y necesitando la protección de un musculoso guardaespaldas, lo usó como conejillo de indias en un experimento sádico para demostrar la ineficacia de la Técnica de Ludovico. La cámara lo trata peor que a su agresor, mediante el uso de ojos de buey muy deformantes.
¿Qué cuestiona Kubrick en esta puesta en escena tan espectacular ? ¿El sometimiento del libre albedrío en pro de la eliminación de la violencia en las calles? ¿La generación de individuos sin opciones morales ? ¿El refugio en la religión, la única que cuida de estos valores morales ? ¿Es éticamente parangonable el ataque y la defensa del individuo? Planos ralentizados dotan de solemnidad a Alex y su banda; enfoques con ligeros picados, sin contraplano que los suavice, reducen la integridad de educadores sociales, políticos, escritores e integrados socialmente, incluidos sus 'miserables' progenitores; contrapicados que te echan los techos encima crean un clima agobiante. Los miembros de la banda que se 'redimen' actúan con la brutalidad que les caracteriza. ¿ A qué obedece tanta violencia ? Son demasiadas preguntas sin respuesta clara, y un producto que surge como un canto a los instintos violentos intrínsecos del hombre , perverso por naturaleza, que se contrapone a las doctrinas de Rousseau.
Cierto que Alex y los suyos repugnan, pero no lo hacen menos todos los sectores implicados en la historia, desde los mendigos a las clases más pudientes. Este situar toda la violencia al mismo nivel hacen de La naranja mecánica un film subliminalmente fascista, en el que el hombre merece su destino. Al mismo tiempo el film es un producto dotado de gran plasticidad y acercamiento a un individuo/narrador que se dirige al espectador como vuestro humilde narrador; si en la primera parte del film es el agresor, en la segunda se convierte en la víctima. Pero, tranquilos, deja pronto de serlo, sólo canalizará sus instintos violentos.
Puesta en escena teatral, con focos y bambalinas, y ciencia convertida en espectáculo; secuencia notable en la que se tienta los instintos sexuales de Alex con una especie de semi-diosa desnuda, que se retira saludando después de su representación, son una prueba entre otras muchas. El teatro como el cine serán los transmisores de la violencia cultural que impregna a la sociedad. El hombre reformado repugnará la música clásica grandilocuente y a partir de ese momento las melodías serán más intrascendentes. La modificación de la conducta por medio de procedimientos traumáticos es tema habitual en el cine; en este caso a cargo de los doctores Brodsky y Branom.
Amigo mio, ¿Es la criminología una enseñanza para la represión del libre albedrío ? Buena pregunta que exige una reflexión.
¿Qué cuestiona Kubrick en esta puesta en escena tan espectacular ? ¿El sometimiento del libre albedrío en pro de la eliminación de la violencia en las calles? ¿La generación de individuos sin opciones morales ? ¿El refugio en la religión, la única que cuida de estos valores morales ? ¿Es éticamente parangonable el ataque y la defensa del individuo? Planos ralentizados dotan de solemnidad a Alex y su banda; enfoques con ligeros picados, sin contraplano que los suavice, reducen la integridad de educadores sociales, políticos, escritores e integrados socialmente, incluidos sus 'miserables' progenitores; contrapicados que te echan los techos encima crean un clima agobiante. Los miembros de la banda que se 'redimen' actúan con la brutalidad que les caracteriza. ¿ A qué obedece tanta violencia ? Son demasiadas preguntas sin respuesta clara, y un producto que surge como un canto a los instintos violentos intrínsecos del hombre , perverso por naturaleza, que se contrapone a las doctrinas de Rousseau.
Cierto que Alex y los suyos repugnan, pero no lo hacen menos todos los sectores implicados en la historia, desde los mendigos a las clases más pudientes. Este situar toda la violencia al mismo nivel hacen de La naranja mecánica un film subliminalmente fascista, en el que el hombre merece su destino. Al mismo tiempo el film es un producto dotado de gran plasticidad y acercamiento a un individuo/narrador que se dirige al espectador como vuestro humilde narrador; si en la primera parte del film es el agresor, en la segunda se convierte en la víctima. Pero, tranquilos, deja pronto de serlo, sólo canalizará sus instintos violentos.
Puesta en escena teatral, con focos y bambalinas, y ciencia convertida en espectáculo; secuencia notable en la que se tienta los instintos sexuales de Alex con una especie de semi-diosa desnuda, que se retira saludando después de su representación, son una prueba entre otras muchas. El teatro como el cine serán los transmisores de la violencia cultural que impregna a la sociedad. El hombre reformado repugnará la música clásica grandilocuente y a partir de ese momento las melodías serán más intrascendentes. La modificación de la conducta por medio de procedimientos traumáticos es tema habitual en el cine; en este caso a cargo de los doctores Brodsky y Branom.
Amigo mio, ¿Es la criminología una enseñanza para la represión del libre albedrío ? Buena pregunta que exige una reflexión.
Como he tenido que hacer un blog para clase de informatica, lo lógico era seguir tus pasos y hacer un blog sobre cine; y la primera entrada como no podía ser es sobre la Naranja Mecánica, pasate y ya me contarás que te parece :)
ResponderEliminarhttp://loespecialdelseptimoarte.blogspot.com/2011/04/la-naranja-mecanica-stanley-kubrick.html