David Fincher. La red social I

Cine versus red social.


El director advierte, usando el lenguaje fílmico, de que quien vaya a ver en La red social a unos jóvenes ricos, divertidos, triunfadores... anda muy equivocado. El día del estreno, 15 de octubre, la primera sesión había convocado a montones de adolescentes y algunas señoras mayores despistadas que reflejaban en su rostro el sabor amargo que había dejado en ellos la representación del director. Contradiciendo las imágenes que encabezan este post, la película está filmada no ya con luz empobrecida, sino casi en una penumbra constante, que suprime cualquier referencia al cine luminoso y alegre hecho para jóvenes. En la primera secuencia hace el retrato de Zuckerberg, un chico pretencioso, soberbio, clasista y sin escrúpulos, que por el simple hecho de estudiar en Harvard cree que tiene derecho a menospreciar y humillar a su novia que estudia en la Universidad de Boston, menos prestigiosa; ella le llama piadosamente 'gilipoyas', y digo que lo hace piadosamente porque es mucho más que todo eso: es un machista, un hombre sin escrúpulos, sin fronteras morales, que usa las ideas de los demás, los esfuerzos de los demás para enriquecerse personalmente. Es hábil en el uso del lenguaje informático, pero no concoce las humanidades y aprovecha las habilidades de jóvenes, en un caso aristócratas ingleses, en otro su pobre amigo, al que no duda en saquear para después dejarle en la calle. Estas 'habilidades' le costarán una gran fortuna, que como bien dice la abogada para él supone un poco más que pagar una multa.

Su relación comercial y fraternal con Sean Parker, socio de Shaw Fanning en la desaparecida Napster ('siestero', nombre originado por la costumbre de Fanning de hacer la siesta), le atrajo a los 'inversores de riesgo' de Sillicon Valley, y algún que otro disgusto con la policía por el consumo de estupefacientes y la participación de menores en sus fiestas. El origen de la idea de la 'red social' y que atrajo a tantos miles de adolescentes de todo el mundo, no es la idea original, en cuanto al contenido, que inspiraba, al parecer, a los gemelos Winklevos; todo surgió la noche en que Zuckerberg rompió con su novia y lleno de rabia escribió un comentario ultrajante y machista contra ella. Como le gustó la idea, aprovechando sus conocimientos sobre programación, entró ilegalmente en ficheros de residencias femeninas de la Universidad y creó un sitio llamado Facemash de contenido altamente misógino, en el que invitaba a los chicos a votar sobre el físico de las muchachas. También comenzó a circular por la red que su 'pobre' socio capitalista, Edward, incitaba al canibalismo a una gallina que le obligaban a llevar con él desaprensivos integrantes de una empresa del medio en la que aspiraba a entrar. Me reservo la opinión.


Sé que hablar de estos temas en un momento en que millones de personas creen que tienen derecho a usar 'gratis' el trabajo de los demás, y en que la red está que arde es peliagudo y no lo voy a hacer. Sólo quiero advertir a los miles de alumnos que llenan nuestras aulas de que detrás de esta simple palabra, Facebook, (muy cuidada publicitariamente) hay empresarios poderosos, con nombres y apellidos, que han superado las ganancias, no de los pobres artistas que pueblan el mundo y que no pueden vivir de su trabajo, sino de la industria del cine y de las discográficas, y que su éxito se basa en la pérdida de la privacidad de todos los que se acercan a estos programas. Ridley Scot en sus últimas películas, (Red de mentiras), también advierte de que la única forma que tienen los pueblos e individuos desempoderados del mundo de mantenerse fuera de control es no usar ni siquiera un móvil. Más pronto que tarde muchos podrán comprobar lo caro que les resulta volcar sus intimidades en la red social, quedando expuestos a las miradas de parejas despechadas, futuros patronos...Zuckerberg ya pagó su factura en forma de pena multimillonaria, pero no olvidemos algo: él puede. Pero a otros aún les queda el poder suficiente para contraatacar.


Hoy le ha tocado el turno a David Fincher, que con su guionista Aaron Borkin ha hecho un film no apto para adolescentes incondicionales y adictos a las redes sociales; Zuckerberg sabe que esta publicidad no le favorece y ha intentado limpiar su imagen. Pero los jóvenes del mundo saben algo más después de ver el film: Facebook es un empresa, tan capitalista o más que muchas otras, cuyos socios mayoritarios tienen nombre, el mayor de los cuales se llama Zuckerberg. A partir de aquí que aprendan a ser adultos y a tomar sus propias decisiones, pero que sepan que cada vez que hacen clik o doble clik aumenta la cuenta de resultados de este personaje, brillante alumno de Harvard, que desprecia a estudiantes de instituciones menos elitistas y utiliza sus conocimientos, basados en algo antiguo y muy conocido, como es el ansia del ser humano de fisgonear en la vida de los demás, para enriquecerse. Es el mismo principio que anima la televisión/basura.


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